jueves, 12 de abril de 2012
ARQUITECTURA DEL DESASTRE
Cuando ocurren desastres naturales de grandes proporciones, se requiere edificar un gran número de construcciones efímeras, tal como lo pudimos constatar durante el reciente terremoto y tsunami en Japón y el mismo fenómeno que azotó el sureste de Asia hace siete años. Los desastres telúricos o climáticos son sucesos aislados del poder humano de los cuales prácticamente no podemos protegernos más alla de cierta escala. De algún modo nos recuerdan que somos tan sólo una pequeñísima parte de la naturaleza y que nuestras capacidades no deben jamás ser sobrestimadas.
Cientos de miles de personas perdieron la vida en cuestión de minutos y otros tantos se quedaron sin vivienda de inmediato. Se tuvieron que adaptar espacios deportivos para alojar a los damnificados y de igual modo los hospitales se saturaron y se debieron improvisar centros de atención médica incluso al aire libre.
Los gobiernos de muchos de los países afectados por dichas catástrofes se dieron a la tarea de construir nuevos asentamientos para las personas desplazadas de sus lugares de origen, se reubicaron cientos de miles de familias que solían ser habitantes de las costas, en asentamientos tierra adentro. En India, Srilanka, Maldivas, Tailandia e Indonesia se edificaron miles de casas con ayuda económica y técnica de muchos otros países como Japón, Alemania y Holanda.
Shigeru Ban, es un arquitecto japonés especializado en arquitectura efímera, trabaja con materiales reciclados desde el papel hasta el ladrillo de tierra prensada, él ha tenido mucha experiencia en la construcción de albergues y viviendas temporales en ocasiones de sismos y maremotos. En 2005 Ban construyó una aldea completa para pescadores en Kirinda, Srilanka. La construcción se llevó a cabo en pocos meses y resolvió la carencia de vivienda de los damnificados de la zona. Pero como bien sabemos, todo aquello que es provisional se convierte en permanente y es un asunto triste darse cuenta de que un proyecto tan inteligente en su momento, se pueda deteriorar tan rápidamente. Basta que tomemos un momento para comparar las fotografías de la obra en los sitios especializados en arquitectura, con otras imágenes tomadas por turistas o aficionados, para percatarnos del desfasamiento tan agudo que existe entre la percepción de la arquitectura desde el gremio profesional, confrontada con su estado pocos años más tarde y darse cuenta también mediante testimonios de sus usuarios, que precisamente las bondades pregonadas por los arquitectos coinciden con casi todas las quejas de los habitantes de las viviendas.
Lorenzo Rocha
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