UNIÓN DE...
Un performance de danza contemporánea por Noritoshi
Hirakawa
Jueves 19 de abril, poco
antes de las siete de la tarde me presento en la Casa Barragán para asistir al
performance de danza contemporánea del artista japonés Noritoshi Hirakawa. Me
entero de que el espectáculo no se llevará a cabo exactamente en la casa donde
vivió el renombrado arquitecto tapatío desde 1947 hasta 1988, sino que tendrá
lugar en un jardín experimental que se ubica en un pequeño terreno que se
encuentra en la acera opuesta a la casa. Entro con curiosidad al jardín, que es
un espacio fragmentado y sinuoso, como casi todos los jardines realizados por
Barragán, allí encuentro el primer acierto del artista nipón, un espejo colocado
sobre una de las bardas perimetrales que simula una puerta hacia otro jardín.
Recorriendo el resto del terreno descubro que hay algunas personas escondidas
entre los matorrales y otra más tendida sobre una cama con la cara cubierta por
una sábana, así comienza el performance. Los bailarines y actores no se han
movido aún, pero ya despiertan el interés de los espectadores. Para permitir el
libre tránsito de los bailarines, el público queda dividido en dos zonas: una
parte se coloca a la mitad de la jardín y el resto se distribuye al fondo del
terreno donde se encuentra un pequeño taller. Por este motivo, lo que unos ven
no será visto por los otros y viceversa, esto añade un elemento más de
expectación entre los presentes.
El performance inicia cuando descienden de la azotea dos de los
interpretes de la coreografía, otros dos bailarines comienzan a luchar entre sí
como felinos con movimientos enérgicos y a la vez pausados, hecho que, unido a
la música —la cual incluye una interpretación de “La llorona” en náhuatl—
agudiza los sentidos y la percepción del espacio del jardín. Los espacios de
Barragán están todos cargados de experiencias sensoriales, pero la unión de
éstos con otras manifestaciones artísticas, como el trabajo de Hirakawa, llevan
al espectador a un estado de extrema concentración visual y auditiva que sin
duda amplifica la percepción de la arquitectura. Parece casulidad, pero a la
mitad del espectáculo, un gato cruzó corriendo por enfrente del público para
refugiarse en lo alto de una higuera, también un colibrí hizo una breve parada sobre
un jazmín para succionar su miel. El espectáculo podría llevarse a cabo en
cualquier otro lugar, incluso en un foro especializado en danza, sin embargo la
compenetración del artista originario de Fukuoka con la arquitectura de
Barragán hace de la experiencia performática un hecho inseparable del lugar
donde se llevó a cabo. El interés de Noritoshi Hirakawa por esta casa y su
jardín, lo ha llevado a visitar la ciudad de México en varias ocasiones, en las
que ha realizado tomas fotográficas donde sus modelos habitaron la casa,
simulando escenas de contenido erótico y sensual, donde los sujetos ponen sus
cuerpos en una relación estrecha con elementos de los espacios donde han sido
fotografiados.Lorenzo Rocha
http://www.noritoshi.com/barragan.html
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