Según Hegel, la arquitectura es el “arte de la externalidad”, es así como el filósofo la caracteriza en sus “Lecciones sobre la estética”, al compararla con la escultura. Ambas artes se diferencian en lo que Hegel llama el “interior espiritual” que es propio de la escultura y que en el caso de la arquitectura, dicha espiritualidad sólo puede expresarse en el exterior. Siguiendo esta línea de argumentos, podríamos decir que la arquitectura es un “arte objetiva”, que no es equivalente a lo que algunos teóricos del arte definen como “arte objetual”. Todos los objetos son necesariamente externos al ser humano, son todos los entes que son perceptibles mediante los sentidos. Existen de modo independiente a nuestra percepción, pero solamente los podemos conocer utilizando nuestros órganos sensoriales. Por lo tanto, hay una cantidad infinita de objetos que no conocemos porque no somos capaces de percibirlos.
El espacio es la parte fundamental de la externalidad de la arquitectura. Para construir una noción positiva de la realidad espacial, es necesario construir una tríada entre lo subjetivo, lo objetivo y la intersubjetividad. Cada sujeto entra en contacto con los espacios que le rodean e irreflexivamente construye una interpretación de los estímulos sensoriales que dicho ambiente le proporciona. Pero, para que dicha interpretación pueda acercar al sujeto a la noción de objetividad del espacio, es necesario que al menos otro sujeto también lo haya percibido. De este modo, mediante el lenguaje, ambos sujetos comparan sus interpretaciones de los estímulos percibidos, construyendo una noción intersubjetiva. Es lógico que habrá consenso en la mayoría de las características del objeto o espacio, pero seguramente también habra disenso, ya que, necesariamente, algunos detalles serán percibidos de modo distinto por dos o más sujetos, debido a diferentes interpretaciones que derivan de las experiencias pasadas de cada uno. Sin embargo, la relación intersubjetiva permitirá construir la noción de objetividad necesaria para que se pueda afirmar que el espacio u objeto observado pertenece a la realidad. Este es precisamente el “sistema de aproximaciones” que otros filósofos como Kant, utilizan en sus discursos estéticos: la triangulación entre el sujeto, el objeto y los otros sujetos.
Es de vital importancia para los arquitectos evitar dar por hecho que las demás personas coincidirán siempre en la interpretación objetiva de los espacios que se producen dentro de cualquier proyecto, por sencillo que éste sea.
Lorenzo Rocha
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