Los monumentos y
esculturas públicas en general, tienen como finalidad prioritaria la
comunicación social. Son anuncios espectaculares colocados en las ciudades para
conmemorar, festejar u honrar a los personajes y eventos de importancia
histórica, conforme una agenda invariablemente política, normalmente ligada a
la ideología del gobierno.
La ciudad de México
ocupa uno de los primeros lugares mundiales en cuanto a la cantidad de
estatuas, estelas, obeliscos, bustos, y esculturas abstractas que pueblan sus numerosas
calles y plazas (otra de nuestras vergonzosas distinciones). La arquitectura
comunica sus mensajes sin ayuda de textos escritos, se apoya tan sólo en la
energía emocional que los espacios y edificios son capaces de transmitir. Cada
vez se hace más difícil el diseño de un monumento, ya que los arquitectos y
escultores actuales han abandonado el lenguaje figurativo que caracterizaba a
las obras públicas durante casi todo el siglo XX. Esta evolución del arte pone
en cuestionamiento la pertinencia misma de la edificación de monumentos en el
espacio urbano, pero parece que el Estado y gran parte de la población aún los
consideran necesarios.
Las esculturas
monumentales de los últimos años son objetos fuera de escala, que se proyectan
casi siempre para evocar valores y conceptos abstractos, pero que el público
asocia más facilmente a sus coincidencias formales con utensilios comunes de
uso doméstico, lo cual da lugar a los divertidos motes sarcásticos con los que
se suelen nombrar.
La más reciente de éstas
y sin duda la más polémica, es la “Estela de luz”, que conmemora el centenario
de la revolución y el bicentenario de la independencia de México. Pero estos
dos hechos históricos ya tenían sendos monumentos, que los habían fijado con
creces en la memoria colectiva. Tanto el Ángel de la Independencia, como el
Monumento de la Revolución, además de ser hitos en el paisaje urbano, son
mausoleos donde han sido inhumados los restos de personajes tan significativos
como Hidalgo, Morelos, Guerrero y Aldama entre otros, quienes yacen en la
cripta de la columna de la independencia. Dentro de los pilares del Monumento
de la Revolución se encuentran las tumbas de otras personas tan relevantes en
nuestra historia, como Madero, Carranza, Elías Calles y Cárdenas.
Algunos de los elementos
materiales de la estela, tienen sin duda características funerarias. Sus
numerosas losas de cuarzo recuerdan sin duda las lápidas de algún cementerio y
su iluminación también es involuntariamente alusiva a las veladoras que vemos
en todos los mausoleos, pero aún no sabemos ¿a quién planean enterrar en este
nuevo mausoleo?
Lorenzo Rocha
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