Hace algunos años, cuando el Consejo nacional para la cultura y las artes anunció la construcción de la Biblioteca José Vasconcelos en Buenavista, se abrió un debate sobre la pertinencia de la construcción de nuevos recintos bibliotecarios. El argumento de aquellos que se manifestaron en contra de la construcción de la mega-biblioteca, se fundaba en el creciente fenómeno de la digitalización del libro y el correspondiente acceso universal a la lectura mediante Internet. Dicho fenómeno habría hecho obsoleta la construcción de edificios que alberguen más libros impresos, cuando la tendencia dominante apuntara hacia la digitalización de la lectura.
Lo que probablemente no tomaron en cuenta los detractores de las bibliotecas y los libros de papel, es que el acceso a Internet en la población de nuestro país es relativamente bajo y no muestra un crecimiento sostenido. Pero lo más importante es el hecho de que las bibliotecas son piezas de equipamiento urbano que cumplen múltiples funciones sociales. Son espacios públicos donde la gente se reune, estudia, consulta la prensa e incluso, consulta páginas de Internet. Las bibliotecas son espacios urbanos necesarios para quienes no cuentan con áreas suficientes en sus viviendas que les permitan leer y estudiar cómodamente.
Hace aproximadamente un año, supimos de la iniciativa de Conaculta de remodelar la Biblioteca de México, que se ubica en la Ciudadela desde 1946. Además de su acervo básico, la nueva biblioteca albergará las colecciones de personajes importantes de la vida cultural de nuestro país. Entre éstas se cuenta con las bibliotecas personales de José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Antonio Castro Leal, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis.
Estas bibliotecas personales quedaron ordenadas en las crujías interiores del edificio, con la intención de volver a reunir algunas colecciones que se habían dispersado y disponerlas en el mismo modo en que cada autor las conservaba en su hogar. El arquitecto Bernardo Gómez Pimienta, coordiandor del proyecto, se encargará de diseñar la crujía que alberga la biblioteca del licenciado Castro Leal, quien fue rector de la UNAM. Su intención es incluir objetos personales como sus condecoraciones y libros antiguos, usando la misma madera que tenía la biblioteca cuando se ubicaba en la casa del ex-rector en Coyacán. Gomez Pimienta ha convocado a renombrados arquitectos para colaborar en el proyecto, así como a destacados artistas, como Francisco Toledo, quienes instalarán sus obras en un diálogo con los libros que cubrirán las paredes.
Lorenzo Rocha
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