El arte de la segunda mitad del Siglo XX es una disciplina repleta de casos experimentales que se dirigían a la incorporación de las nuevas tecnologías dentro de la exploración estética. La época de la posguerra en America del norte —territorio al que inequívocamente pertenece México— fue un tiempo donde el arte confió plenamente en el futuro, en una sociedad tecnificada y en un progreso tecnológico lineal ascendente. El uso del automóvil, la ciudad-dormitorio, las telecomunicaciones, no fueron en absoluto rechazados por los artistas de la época, sino al contrario, éstos las incorporaron automáticamente a la temática de sus obras.
Las vías rápidas dentro de las ciudades, por ejemplo el Anillo periférico en la ciudad de México, al igual que las autopistas como la de Cuernavaca, fueron motivo de orgullo para los habitantes de la metroplolis de los años cincuenta, a tal grado que aparecen fotografiadas en películas y postales de entonces como si se tratase de meras atracciones turísticas.
El escultor Mathias Goeritz comienza a experimentar en 1953 con prismas triangulares en perspectiva, varias de sus colaboraciones con el arquitecto Luis Barragán lo llevan a plantear junto con éste, el primer ejemplo significativo de escultura cinética realizada para ser apreciada en movimiento desde el automóvil, me refiero a las torres que edificó a la entrada de la ciudad Satélite en 1957.
Las olimpiadas de 1968, reflejaron la energía revolucionaria de la década, y por primera vez ampliaron sus objetivos más alla de lo deportivo, para penetrar en casi todos los ámbitos de la cultura universal. Además de producir una imagen gráfica sin precedentes, es la primera ocasión en la que se organizó una Olimpiada cultural. Goeritz fue invitado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, para coordinar la comisión y construcción de la Ruta de la amistad, que contó con 19 estaciones y 3 invitados especiales, con un total de 22 esculturas a escala urbana de artistas de distintas nacionalidades, entre las cuales hay una del propio Goeritz, la “Osa mayor”, que se construyó en la explanada del Palacio de los deportes.
Para entonces, The View from the Road, ya era una lectura obligada en las escuelas de arquitectura. Este breve libro, escrito en 1963 por Donald Appleyard, Kevin Lynch y John Myer, estudia las repercusiones del transporte privado sobre la percepción visual de la ciudad contemporánea, un tema que seguramente fue tomado en cuenta por Goeritz y todos los demás escultores de la ruta.
Lorenzo Rocha
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