jueves, 12 de julio de 2012

LATIFUNDIOS Y HACENDADOS segunda parte

La paradoja revolucionaria radica en el fenómeno de todos conocido, que consiste en la transformación de los ideales zapatistas de la lucha: “Tierra y libertad”, en mecanismos de enriquecimiento personal a favor de los líderes del movimiento. En resumen, muchos de los generales de la revolución mexicana pasaron a ocupar el lugar de los antiguos hacendados, desplazando los intereses públicos y sustituyendo sus causas por negocios personales y quedando finalmente como los únicos a quienes “les hizo justicia” la revolución. Además de este consabido refrán, el período obregonista y en general toda la reforma agraria, atrajo la inversión estadunidense, a la vez que involucró a personajes norteamericanos en los procesos económicos e inmobiliarios en todo nuestro país, como en el caso del señor Mc Quatters.

Un caso emblemático es el del millonario y diplomático estadunidense William Jenkins (1878-1963), a quien algunos rumores dignos del género novelesco,  acusan de haberse autosecuestrado para generar un conflicto entre México y los Estados Unidos para su beneficio personal. Jenkins llegó a acumular a principios del siglo XX, el latifundio más extenso del Estado de Puebla y uno de los más grandes en la historia moderna de México. La propiedad de Jenkins, conocida como Atencingo, se componía de varias haciendas y extensiones territoriales que en su conjunto llegaron a tener un área cercana a las 125,000 hectáreas, casi la misma superficie que ocupa el Distrito Federal. La mayor parte de estas tierras, estaba dedicada a la siembra de la caña de azúcar, y en ella se encontraban algunos de los ingenios azucareros más importantes de la región. Ahora Atencingo se encuentra en el municipio de Chietla, al sur de Puebla y es una población que se sigue dedicando a la producción del azúcar y sus derivados.

En nuestros días, los multimillonarios no se interesan en acumular tierras, más bien se centran en amasar fortunas mediante la expansión de sus empresas que suelen ser transnacionales. Los territorios del millonario actual, se miden por la cantidad de empleados que dependen de ellos y por la extensión de los mercados que controlan. Se trata de latifundios y hacendados virtuales, que no son propietarios de la tierra, pero que de un modo similar al de sus predecesores, dirigen los destinos de miles y hasta millones de personas, sin haber sido elegidos por éstas y sin ningun tipo de arraigo territorial ni fronteras definidas por las geografías nacionales.

Lorenzo Rocha

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