jueves, 6 de septiembre de 2012

ESPECTADOR CRÍTICO

Toda persona que entra en contacto con el arte, se convierte automáticamente en un espectador. Incluso hay espectadores fortuitos, que no tienen la intención expresa de observar o experimentar una obra, pero que entran en contacto con ésta por casualidad, quizá en su tránsito por el espacio público, como es el caso de casi todas las personas que admiran las esculturas o el arte público. Sin importar cómo llegó la persona frente a la obra, si fue intencionalmente o por casualidad, una vez que está ahí es inevitable que se forme una opinión. La contingencia entre la obra y su destinatario es un fenómeno en sí mismo, donde se combinan los ingredientes e interactúan como si se tratara de una reacción química.

Aunque sea hasta cierto punto obvio lo anteriormente expuesto, existe un cierto grado de originalidad en el concepto de espectador crítico. Tradicionalmente las obras de arte se crean para ser disfrutadas, o al menos percibidas, por las personas, los espectadores son entonces, los destinatarios a quienes va dirigido el trabajo del artista. Pero hasta hace relativamente poco tiempo, no se esperaba que el espectador común tomara ninguna postura frente a la obra, y aun menos se tomaba en cuenta su opinión. El espectador se solía concebir como un ente pasivo. Quizá por esta razón, existe la figura del crítico, una especie de espectador informado, con acceso a algún medio de información (mayormente escrita) quien reseña las obras y genera una opinión autorizada que constituye una parte importante de la recepción de la obra de arte. Sin embargo, el público ha desarrollado por su cuenta un espíritu crítico propio y un entrenamiento informal que le permite cuestionar lo que se le presenta como arte, aunque a veces no sea suficientemente articulado para verbalizar su opinión.

Más recientemente los artistas se han ido interesando cada vez más en la opinión de los espectadores, a medida que las piezas de arte se han acercado al concepto de participación o interactividad y desde que se incoporó a la actividad artísitica el género de proyecto de inserción social. Podríamos atribuir a los situacionistas la mayor parte del crédito de esta práctica artística, pero no se trata de encontrar a uno o varios precursores específicos del arte participativo, sino de reflexionar sobre sus consecuencias en el panorama actual. Cuando un artista fundamenta su trabajo en la interacción entre su obra y el público, la característica reflexiva del espectador deja de ser aleatoria para convertirse en una necesidad.

Lorenzo Rocha

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