Estudios recientes han explorado algunos índices cualitativos para medir el bienestar, que van más allá de las mediciones objetivas para determinar el nivel de vida en las distintas latitudes del planeta. Recientemente se inventó el término "felicidad interna bruta" —como oposición al producto interno bruto— para medir qué tan contentos están los habitantes, independientemente de cuanto dinero tienen o con qué servicios cuentan. Se puede decir que la preocupación de los antropólogos ha virado desde el desencanto por las promesas del estado de bientestar, orientándolos a estudiar una forma subjetiva de economía.
Este tipo de economía responde a la máxima: "no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita". Es un principio aplicable también a la vivienda, ya que ésta es factor importante para determinar el bienestar. En casi todos los censos, además de los datos demográficos, se toman en cuenta las características de la vivienda familiar y la escolaridad de sus miembros. En México, el cuestionario demográfico pide marcar si la casa es de ladrillo y cemento, o si es de madera, paja u otros materiales efímeros. También se pregunta si tiene suelo de tierra o de concreto y si el baño y la cocina son parte de la casa o se encuentran en el exterior. Sin embargo, ¿es indispensable la arquitectura para el bienestar social?
Una buena casa sin duda contibuye a la consecución de condiciones bioclimáticas mejores que la carencia de hogar. Pero también depende del clima, las costumbres locales y otros factores que son subjetivos. Así que la felicidad y la arquitectura no son condiciones ligadas directamente. Una familia puede ser muy feliz viviendo en una choza y durmiendo en hamacas y también puede encontrarse muy contenta en un edificio moderno de concreto y cristal, pero existen otros factores que son cruciales para su bientestar: la alimentación, la salud y la paz.
Una de las preguntas del cuestionario para medir el índice de la felicidad es: ¿usted ha notado una mejoría en el diseño arquitectónico? Pero este factor es sólo una mínima parte de las respuestas a dicha encuesta, los nueve factores que determinan la medición son: bienestar psicológico, salud, educación, cultura, ecología, administración del tiempo, nivel de vida (aquí es donde se toma en cuenta a la arquitectura), vitalidad de la comunidad y gobernabilidad.
Aunque quisiera pensar que la arquitectura es más importante que otros aspectos de la vida, es tan solo el marco donde realizamos nuestras acciones, no se relaciona con el contenido de nuestro comportamiento. Así que la arquitectura no da la felicidad y tampoco la quita.
Lorenzo Rocha
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