jueves, 27 de marzo de 2014

CIUDAD NUEVA

A cien años de su creación, este dibujo a lápiz y tinta china, sigue siendo la imagen que la cultura occidental tiene sobre el futuro de la arquitectura. Antonio Sant'Eliá (1888-1916), el arquitecto futurista italiano, dibujó en 1914 su proyecto para el edificio habitacional del futuro, un enorme complejo habitacional dentro de su proyecto utópico "Cittá Nuova". El edificio estaba pensado para llegar hasta él en tres niveles de transporte: tranvía subterráneo, automóvil y por tráfico peatonal en múltiples puentes y pasarelas cubiertas, que conectaban con los demás servicios urbanos, como las estaciones de trenes, los hoteles y los puertos. La transportación vertical fue planeada mediante ascensores panorámicos externos, que definían su aspecto exterior como una construcción mecanizada que dejaría atrás la idea del edificio monolítico aislado de los demás elementos urbanos. El proyecto entero se presentó en la exposición: "Nuevas tendencias: Milán en el año 2000", y aunque en la descripción de los dibujos no se mencionaba el término futurismo, sin duda esa era la postura de arquitecto frente a la necesidad de integrar las nuevas tecnologías de la era industrial. Para aquella época aún no se había construido nada igual, sólo en Nueva York y Chicago existían rascacielos, pero las ciudades seguían desarrollándose a la vera de las avenidas y el tráfico seguía circulando solo a nivel de la calle. Para entonces ya existían sistemas de trenes subterráneos en Londres, Nueva York y París, pero éstos no se relacionaban directamente con los edificios urbanos.

Sin embargo, no se trataba de una imagen estrictamente nueva, ya que se nota la influencia de la reconstrucción imaginaria de la Roma Imperial. Si tomamos en cuenta la relación de la arquitectura monumental con la agenda política totalitaria, veremos cómo las nociones de la grandiosidad romana, reaparecen en los edificios emblemáticos de los regímenes dictatoriales en Alemania, Italia, España y Rusia durante el Siglo XX. No es casualidad que el nazismo, fascismo, franquismo y estalinismo, recrearan la escala y lenguajes de arquitectura imperialista por excelencia.

Lo que es inexplicable es que hoy en día no consigamos romper con este paradigma, los arquitectos que trabajan directamente con la mayoría de los gobiernos, utilizan el imaginario futurista, los ejemplos son demasiado numerosos para citarlos aquí. Tampoco los directores de arte de las películas hollywoodenses han conseguido apartarse de esta imagen y cada vez que necesitan expresar la idea del futuro, recurren inevitablemente a ella.

Lorenzo Rocha

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