jueves, 5 de junio de 2014

INTERNACIONALISMO

Casi cualquier persona que se parara frente al edificio Seagram en Nueva York, no notaría muchas diferencias con los edificios que están al lado suyo sobre Park Avenue. Quizá los únicos que verían estas diferencias serían los arquitectos o historiadores del arte. El edificio fue construido por los arquitectos Ludwig Mies van der Rohe y Phillip Johnson en 1958, en aquel tiempo casi no había edificios altos alrededor suyo y se encontraba frente a una generosa plaza, con una fuente y una escultura cinética de Alexander Calder. Al Seagram se le sigue considerando como uno de los más bellos rascacielos construidos hasta ahora, me cuento entre quienes admiran la transparencia y sentido de proporción que se percibe en este esbelto edificio. Para entonces, ya había sido concluido el edificio que se encuentra en frente, el Lever House, del arquitecto Gordon Bunshaft, quien formaba parte del despacho Skidmore, Owings y Merrill, pero el contexto general debe haber sido mucho menos saturado de lo que es ahora.

En la arquitectura moderna, hay muy poca diferencia entre lo que se considera una obra maestra y el producto genérico que construye el contexto urbano general. Esto es lo que hace fastidioso a quien discute y defiende el discurso artístico de un edificio, frente al de otro que es prácticamente igual, la arquitectura es un arte de sutilezas. A fin de cuentas todos los edificios de esa zona de Nueva York tienen el mismo programa: un gran vestibulo o basamento comercial, coronado por una treintena de plantas dedicadas a oficinas u otras actividades económicas similares.

La arquitectura modernista del Siglo XX, el llamado “Estilo Internacional”, convirtió a las ideas visionarias de unos cuantos arquitectos como Mies van der Rohe, en fórmulas que se aplican para solucionar programas de necesidades de igual modo en cualquier lugar del orbe, sin importar el clima y la cultura locales. Es curioso que Johnson, fue el artífice del Estilo Internacional, mientras que fue coautor de este notable ejemplo de arquitectura moderna.

Después de que el nuevo estilo fue promovido desde Nueva York, hacia todo el mundo, desde Hong Kong, hasta Buenos Aires y desde Londres hasta Sydney, las corporaciones y despachos de arquitectos comerciales, adaptaron las ideas de los personajes icónicos del modernismo, para que fueran repetibles y aplicables universalmente. Los arquitectos actuales no hemos podido apartarnos de este lastre, y por ello la mayoría se dedica a buscar innovaciones en la forma y la piel exterior del edificio, dejando de lado el cuestionamiento necesario para poner en duda la disciplina y buscar sus nuevos fundamentos.

Lorenzo Rocha

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