jueves, 7 de agosto de 2014

REFORMA

Las palabras con las que la mayoría de los diferentes medios impresos anuncian la construcción de 10 nuevos rascacielos sobre el Paseo de la Reforma, son prácticamente las mismas, pero su connotación es muy diferente. Por ejemplo, la revista Forbes se refiere al fenómeno de la proliferación de rascacielos con mucho entusiasmo: "Nuevos edificios transforman este corredor emblemático en la zona de corporativos más nutrida del país". Según la empresa inmobiliaria Tinsa, la avenida contará con 500,000 metros cuadrados de oferta para oficinas (no menciona cual es la demanda) y concluye afirmando: "Esta dimensión hará de Reforma el corredor con mayor presencia de inquilinos corporativos, será nuestro Manhattan".

A juzgar por sus opiniones, la mayoría de estos medios consideran el fenómeno como una buena noticia. Por mi parte, las expresiones "corporativo", "emblemático" y " nuestro Manhattan", aplicadas a la ciudad de México, no son para nada alentadoras. Basta ver la llamada Torre Reforma (esquina con Río Elba), que erigió sus decenas de pisos por encima de la azotea de una deshauciada casa decimonónica, protegida por el INBA, un caso a todas luces lamentable. En mi opinión muy bien podrían haber mudado la casa entera a otro terreno, piedra por piedra, en lugar de someterla a semejante vejación.

La torre BBVA-Bancomer, la más notoria entre las nuevas construcciones, contará con 56 pisos y 225 metros de altura, fue diseñado por los arquitectos Rogers y Legorreta. Este rascacielos encierra una problemática mucho más compleja que su sentido estético y presencia urbana, ya que crea un hueco en otro lugar, dejando el antiguo Centro Operativo Bancomer en Coyoacán, a merced de la especulación inmobiliaria más voraz. Dicho complejo fue construido en 1976 por Augusto Álvarez, Juan Sordo y Adolfo Wiechers y se sitúa horizontalmente sobre un terreno de 65,000 metros cuadrados, donde las áreas de oficinas se alternaban con patios interiores, los cuales resultaban idóneos para la ventilación y para el ambiente silencioso y amplio, necesario para el bienestar de sus usuarios. Todo ello ha sido vendido y se ampliará para albergar un gigantesco centro comercial. El programa de los empleados del banco multinacional se repartiran entre la nueva torre en Reforma y un edificio masivo en el conjunto Parques Polanco, diseñado por la firma estadunidense Skidmore, Owings y Merrill.

La migración de los empeados de BBVA-Bancomer de un edificio horizontal a dos rascacielos icónicos, es una muestra muy clara de que el valor simbólico es ahora más importante para las corporaciones financieras que el espacio arquitectónico, el bienestar de sus empleados y el impacto urbano de sus sedes.

Lorenzo Rocha

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