jueves, 31 de diciembre de 2015

BRUTALISMO

La arquitectura moderna pasó por un período muy inestable durante los años sesenta del pasado siglo XX. Un numero considerable de arquitectos utilizaron un lenguaje compositivo que fue especialmente complejo e incomprensible para el publico común y corriente. Como parte de dicha manera de expresión podemos contar al brutalismo, una corriente que se creo por influencia de las obras en concreto aparente que Le Corbusier llevó a cabo en Francia e India. El arquitecto suizo llamaba “Bêton brut” (“Concreto en bruto”) al acabado rugoso que utilizó para sus edificios de aquella época, sobre todo en Chandigarh, de ahí proviene el nombre que se le dio a la corriente derivada de su influencia. Los edificios públicos realizados entre las décadas de 1960 y 1970 han sido los más impopulares entre el público usuario, principalmente por ser grandes masas grises de cemento, lo cual les da un aspecto entre fortaleza militar y nave espacial.
Entre los seguidores del brutalismo en México podemos identificar a Teodoro González de Leòn y Abraham Zabludovsky, quienes exploraron el uso del concreto aparente en gran parte de sus obras, también cabe destacar a Orso Núñez y Arcadi Artis, quienes lo utilizaron en el proyecto para el Centro cultural universitario. En los Estados Unidos, el arquitecto que más recibió influencia del movimiento fue Paul Rudolph, quien ampliò las posibilidades de  expresión del material más allá de los limites que el propio Le Corbusier había explorado.
En Inglaterra sin duda los representantes más prolíficos fueron Alison y Peter Smithson, aunque también las obras a gran escala de Ernö Goldfinger, como la torre de vivienda  Balfron, pueden considerarse exponentes del movimiento.
Durante la posguerra, el gobierno inglés apostó por la reconstrucción y la ampliación de la oferta de vivienda mediante edificios en altura en el centro de Londres, y para ello alentó la experimentación arquitectónica. Esto dio la posibilidad de la creación del controvertido centro Barbican, un complejo de usos culturales y sociales mixtos en pleno centro de la ciudad. Los arquitectos Chamberlin, Powell y Bon construyeron este icono brutalista sin restricción alguna. Se trata de un enorme conjunto habitacional con plazas, andadores peatonales y jardines interiores, que mezcla el tránsito publico y privado hacia otros servicios como escuelas, comercios, teatros y galerías. El resultado sigue siendo controvertido principalmente por la desolación de los enormes espacios de circulación que siempre se encuentran desiertos y que en lugar de ser el espacio donde se desarrolla la vida comunitaria, se convirtió en un gran vacío.
El devenir de la arquitectura moderna, ha ido oscilando en sus lenguajes desde lo incomprensible hasta lo complaciente con los gustos del público, sin jamas llegar al punto de equilibrio. Sin embargo, es indudable que el brutalismo marca un momento histórico en el que la expresión arquitectónica se encontraba lo más alejado posible de la comprensión general del lenguaje, el cual se convirtió en un campo de discusión solamente para iniciados, con el correspondiente rechazo por parte de los destinatarios de las obras construidas.
Lorenzo Rocha

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