Desde hace varias décadas hemos observado en nuestro país una de las consecuencias del neoliberalismo económico, la cesión de la tutela por parte del Estado sobre la planificación y construcción de infraestructura, hacia el sector privado. En tiempos en los que el Estado mexicano se hacía cargo de la totalidad de la obra pública, ésta no estaba sujeta a las leyes del mercado, ni se suponía que debía ser rentable. Se contemplaba en aquellas épocas la importancia tanto el beneficio tangible de las infraestructuras, como de los valores intangibles que aportarían a la sociedad.
Los tres grandes problemas que enfrentaba México a la mitad del Siglo XX eran la escasez de vivienda, instituciones educativas y equipamiento hospitalario. Los tres temas que enriquecieron a la arquitectura e ingeniería de aquel tiempo, ocuparon partes prioritarias de la agenda política mexicana entre 1940 y 1970. Aunque la construcción de infraestructura y equipamiento no ha disminuido desde entonces, sí ha sido notable un claro cambio de sus paradigmas.
Un ejemplo palpable de la respuesta óptima a las necesidades de infraestructura del Mexico moderno, es sin duda la arquitectura hospitalaria de los institutos de seguridad social surgidos en el siglo pasado. El IMSS, el ISSSTE y la SSA, encabezaron la política sanitaria oficial de nuestro país durante todo el tiempo que ha transcurrido desde sus inicios. El arquitecto Enrique Yáñez, uno de los principales especialistas en arquitectura hospitalaria que ha tenido nuestro país, escribió en su libro “Hospitales de seguridad social” en 1973: “Los hospitales son los edificios más característicos del género que se dedica a la atención médica de la colectividad, como parte del cuidado de la salud integral”. El mismo arquitecto nos recordaba en su texto que la salud integral no solamente es la ausencia de la enfermedad, sino el correcto y armonioso funcionamiento del cuerpo humano, que conlleva un estado de bienestar físico, moral y social.
Seguramente por estas razones, los centros médicos construidos en los años cincuenta no solo cuentan con las instalaciones y equipos más avanzados que estaban disponibles en la época, sino también se encontraban rodeados de plazas y jardines públicos y contaban con obras de arte permanentes en sus espacios interiores y fachadas exteriores. Los hospitales públicos y privados que se construyen ahora tienen el personal y el equipo adecuado para la atención médica, pero carecen de los elementos antes mencionados que contribuyen al bienestar de sus usuarios, más allá de la salud física.
Lorenzo Rocha
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buscar este blog
Seguidores
Archivo del blog
-
►
2024
(51)
- ► septiembre (5)
-
►
2023
(61)
- ► septiembre (4)
-
►
2022
(62)
- ► septiembre (6)
-
►
2021
(56)
- ► septiembre (5)
-
►
2020
(54)
- ► septiembre (4)
-
►
2019
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2018
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2016
(54)
- ► septiembre (5)
-
►
2015
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2014
(55)
- ► septiembre (5)
-
►
2013
(54)
- ► septiembre (4)
-
►
2012
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2011
(53)
- ► septiembre (5)
-
►
2010
(69)
- ► septiembre (8)
No hay comentarios:
Publicar un comentario