jueves, 18 de enero de 2018

HABITANTES


En casi todos los conjuntos habitacionales construidos por el Estado mexicano durante las décadas de 1950 y 1960 además de las viviendas, se incluyeron servicios para sus habitantes. Estos servicios abarcaron comercios, teatros, clínicas, instalaciones deportivas y centros sociales, la motivación principal para su construcción fue que las unidades habitacionales se encontraban a las afueras de la ciudad y lejanas a los centros urbanos que ya contaban con dichos servicios.
El Instituto Mexicano del Seguro Social, fue uno de los pioneros de la vivenda colectiva en México. El primer conjunto habitacional construido por el IMSS en 1957 fue en verdad afortunado, ya que para el proyecto fueron convocados dos grandes arquitectos: Mario Pani y Luis Ramos Cunningham. El proyecto, ubicado sobre el camino Real a Toluca, en la delegación Alvaro Obregón al sur de la ciudad de México, exploró una combinación muy elaborada entre casas bajas y bloques de apartamentos de diversas dimensiones que varían entre cuatro y seis niveles de altura, los cuales se localizan en los circuitos exteriores y centrales, sobre las vialidades vehiculares. El elemento distintivo del conjunto es su centro social, el cual contiene auditorio, gimnasio, escuela, guardería y algunos comercios como la panadería, dado que el conjunto no se encontraba ligado al tejido urbano. El proyecto también se distingue por su generosidad en cuanto a espacios exteriores exclusivamente peatonales, entre los que se encuentran sus jardines y corredores además de una gran plaza con un pabellón acústico para representaciones teatrales y musicales al aire libre, diseñado por el arquitecto Félix Candela. Sin duda los habitantes del conjunto se encontraron en las condiciones idóneas para el fortalecimiento de sus lazos sociales y su vida en comunidad.
Los primeros centros sociales del IMSS se llamaron “Casa de la asegurada”, ya que iban dirigidos a las madres de familia, quienes aprendían oficios y las utilizaban como complemento vespertino de la educación escolar de sus hijos. El antropólogo Pablo Landa ha realizado interesantes investigaciones de campo durante las cuales ha entrevistado a muchos de los habitantes actuales de la Unidad Santa Fe, que recuerdan la época en la que se mudaron a sus viviendas. Algunos de los habitantes entrevistados por él afirman que si bien sus experiencias en los nuevos conjuntos mejoraron notablemente sus calidad de vida, también enfrentaron problemas sociales y disputas por los espacios comunes. Sin embargo, para muchas personas mudarse a una unidad habitacional implicó dejar atrás la marginalidad y la pobreza.

Lorenzo Rocha

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