La revista Scientific American publicó el pasado mes de octubre un interesante artículo firmado por la psicóloga Heather Butler con el título: Why do smart people do foolish things? (¿Porqué la gente inteligente hace cosas tontas?). El argumento central del texto es que la inteligencia, a pesar de ser una cualidad muy útil para obtener éxito en los estudios y el trabajo, no garantiza necesariamente el bienestar de las personas. Mucha gente con alto coeficiente de inteligencia sufre grandes descalabros emocionales y toma malas decisiones en sus vidas. La autora toma una postura más favorable hacia el pensamiento crítico que hacia la inteligencia, ya que pensar críticamente es una capacidad que se puede aprender y desarrollar, mientras que la inteligencia es innata y son muy raros los casos en que las personas se puedan entrenar para mejorar su coeficiente intelectual. Según Butler los pensadores críticos son “escépticos amigables” que tienen ideas flexibles pero siempre se apegan a los hechos, reconocen las mentiras y rechazan las falacias.
Si observamos las nuevas tendencias en la educación básica, veremos que cada vez es menos importante saber nombres y datos de memoria, tampoco resulta indispensable la capacidad de abstracción o las habilidades matemáticas dentro de los modelos educativos de vanguardia. Son otras habilidades como la capacidad de trabajo en equipo, la empatía y el liderazgo, las que buscan desarrollar los nuevos educadores en sus alumnos, estas son justamente habilidades críticas.
La formación tradicional a nivel universitario se centra en el entrenamiento técnico y metodológico de los estudiantes, de tal modo que aprendan a aplicar conocimientos específicos de sus areas de estudio. En la arquitectura existen aspectos técnicos fundamentales que no se pueden ignorar, pero resulta de gran utilidad contribuir a desarrollar el pensamientos crítico de los alumnos. Los profesores no pueden enseñar a los alumnos a diseñar, solamente les pueden plantear ejercicios que los acerquen a los problemas y sugerirles vías de acción para resolverlos.
Detrás de todos los grandes proyectos de arquitectura, al menos durante la época moderna, existe el pensamiento crítico. Es posible comprobarlo leyendo los escritos o las entrevistas a los arquitectos destacados, la mayoría de ellos ha sido capaz de expresar sus motivaciones de modo tan elocuente como para que nos percatemos de su estructura mental, la cual es invariablemente crítica. El talento artístico de los arquitectos es una cualidad sobrevalorada, aunque contribuye en cierta medida a la consolidación de una poética personal, no sería capaz de sustituir a la inteligencia del arquitecto y ni mucho menos a su capacidad crítica.
Las soluciones más impresionantes a proyectos de arquitectura han surgido necesariamente del análisis de todos los factores que repercuten en la percepción del espacio, factores que van desde la viabilidad económica, el contexto sociocultural y la naturaleza donde se inserta la obra, hasta la fenomenología de la percepción humana y sus valores fundamentales como la identidad.
Pueden existir proyectos arquitectónicos realizados con gran inteligencia, que resultarán sin duda correctos como soluciones adecuadas a las necesidades planteadas, pero para realizar obras de arquitectura de mayor importancia, los profesionales involucrados no pueden dejar de cuestionar los fundamentos de su actividad de manera profunda.
Lorenzo Rocha
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