jueves, 13 de diciembre de 2018

LOS PINOS

La apertura al público de la residencia oficial de Los Pinos ha causado gran sorpresa entre distintos sectores de la población. Casi todas las reacciones han sido a favor de su reintegración al Bosque de Chapultepec, pero su destino final es incierto.
En 1934 el presidente Lázaro Cárdenas decidió trasladar su residencia del Castillo de Chapultepec al Molino del Rey, edificio del siglo XIX, que se encuentra en el predio conocido como “La Hormiga”, colindante con el Bosque de Chapultepec. El terreno ocupa en su totalidad 78.4 hectáreas y cuenta con una veintena de edificios de distintas épocas y funciones que van desde viviendas, oficinas, salones para eventos y el cuartel de la Guardia Presidencial. Durante los años setenta la avenida Parque Lira fue cerrada al tráfico por motivos de seguridad, por las frecuentes protestas populares, el gobierno decidió construir un viaducto para desviar al tránsito, hacia la calle Chivatito.
Convertir el inmueble en un recinto cultural plantea una serie de retos complicados desde distintos ángulos. El primero de ellos es a
nivel urbanístico, dado que si se cancela la residencia oficial definitivamente, ya no será necesario el dispositivo de seguridad existente. De igual modo, el gobierno debe plantear cómo se integrarán las áreas verdes al Bosque de Chapultepec. El segundo reto se presenta desde el punto de vista simbólico, por lo que sus nuevos usos deben considerar la historia y valor artístico de los inmuebles.

Finalmente nos encontramos frente a un desafío arquitectónico muy interesante. Ciertamente la transformación de los edificios en museos suena como la opción menos atractiva, ya que la zona próxima al conjunto ya cuenta con recintos culturales de gran importancia. El gobierno quizá debería plantearse la demolición de la mayoría de los edificios, salvo el Molino del Rey y probablemente la Casa Miguel Alemán. De este modo, si la avenida Parque Lira continúa siendo peatonal, las áreas verdes resultantes se podrían integrar fácilmente al bosque por sus cuatro costados, eliminando todas las barreras físicas existentes. El uso de los edificios que se decida conservar tendría que responder a las necesidades más importantes de la ciudadanía, por lo que convendría comenzar un auténtico proceso participativo. La forma arquitectónica debe ser la última parte del feliz proceso iniciado hace una semana.
Lorenzo Rocha

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog

Seguidores

Archivo del blog

Contribuyentes