La idea del hogar, una combinación subjetiva entre familia y vivienda es un concepto muy arraigado en la cultura contemporánea, sobre todo por que implica el concepto de refugio y de territorio individual. En este campo Ikea, la firma sueca de mobiliario y decoración, tiene amplia experiencia y se ha integrado a la cultura local de los sitios donde ha penetrado, principalmente Europa y los Estados Unidos. Pronto planean abrir varias tiendas en México, con la idea de un “diseño democrático”, accesible para la mayoría de las personas.
El hogar es al mismo tiempo el sitio donde nos más sentimos en confianza y donde gozamos de plena libertad e independencia. Para bien o para mal, la casa es nuestro ámbito más privado y no hay persona alguna que no se esfuerce en protegerla de cualquier ingerencia externa. Desde luego, la parte negativa de dicha privacidad es la creciente violencia familiar. La idea de hogar como lugar propio, en el cual sus habitantes tienen derecho a tomar decisiones y comportarse de acuerdo con sus propias creencias, lo hace un territorio relativamente separado de la ciudad donde se localiza. La comparación que hacen los publicistas entre la casa y una república independiente, apela sin duda a la parte emocional del público, mediante los elementos simbólicos de ambas, una “constitución” y leyes particulares, o reglas de convivencia entre los miembros de la familia.
Está claro que la ciudad y la arquitectura están en constante transformación, lo cual se acentúa durante las crisis. Sin embargo, la reconfiguración de ambas, responde a procesos muy lentos, cuyas consecuencias no se perciben de modo inmediato. Quizá lo más perceptible son las adaptaciones que hacemos de los espacios existentes, mediante su reinterpretacion y ajuste a las necesidades emergentes.
Lorenzo Rocha