jueves, 8 de julio de 2021

CAMINANTE Y ESCRIBIENTE

Recomiendo ampliamente la (re) lectura de dos obras clásicas de la literatura de finales del Siglo XIX y principios del XX. La primera de ellas es “El paseo” escrito por Robert Walser en 1917. El segundo es “Bartelby, el escribiente” de Herman Melville (1853).

Hay dos personajes que aparecen en obras clásicas de la literatura moderna,  que expresan con su actitud frente al mundo una cierta displicencia, la cual corresponde a la manera autárquica de comportamiento, muy característica de nuestra época. Autarquía significa autosuficiencia o dominio de sí mismo, dos virtudes humanas que sin embargo, denotan el individualismo característico de nuestra sociedad.
El personaje de “El paseo” de Walser, un caminante, un hombre culto y refinado, aparentemente desocupado, que camina por su pueblo observando todo lo que sucede con mirada reprobatoria, pero que a la vez transmite una gran soledad y avidez por relacionarse con sus vecinos, a los cuales prefiere criticar.
El caso de Bartelby, el escribiente descrito por Herman Melville en el cuento que lleva el mismo título, se trata de un individuo que si bien es empleado de un bufete legal como amanuense, ejerce una “renuncia activa” a su trabajo. Cada vez que su jefe le pide copiar un documento, él responde amablemente: “preferiría no hacerlo”, lo cual pone al patrón en una situación de conflicto, ya que es un tipo de negativa suave, a la que es incapaz de reaccionar con severidad. El resultado es que Bartelby conserva su empleo, pero sin tener que copiar documentos. Indudablemente los arquitectos deberíamos decir: “preferiría no hacerlo”, a los promotores y a los funcionarios que nos solicitan proyectos que no coinciden con nuestras convicciones éticas.
Nuestras calles y ciudades están repletas de caminantes silenciosos, que reprueban con una mueca el comportamiento de sus vecinos y de fatigados escribientes que pueblan cada rincón de las oficinas públicas y privadas con una pereza e indiferencia notables, solo esperando al fin de la jornada para postrarse frente a un televisor.
Lorenzo Rocha

 

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