Mapear, un neologismo que convierte al plano en un objeto interactivo, al transformarse de un sustantivo a un verbo contribuye a: ¨hacer lo complejo accesible y visibilizar lo oculto¨, como afirman Janet Abrams y Peter Hall en su libro Mapping new cartographies of networks and territories.
En los nuevos enfoques de la geografía se lee con claridad un cuestionamiento respecto a las visiones tradicionales sobre el territorio. Las nociones de los estados nacionales desde la ilustración están ligadas estrechamente con productos políticos como el censo, el mapa y e museo. Todos estos elementos son los que han contribuido a generar las nociones de los nuevos estados nacionales a partir de la disolución de los imperios y del fin del colonialismo, al menos en sus versiones bélicas y violentas. Ahora los imperios ejercen su poder de manera relativamente suave, lo cual requiere otro tipo de mapas.
Indudablemente la tecnología informática reciente, ha obligado a replantear las nociones documentales de la geografía y por lo tanto a criticar sus métodos habituales. Todos los mapas son subjetivos, a pesar de que la técnicas geométricas utilizadas hayan resultado eficientes para representar gráficamente el mundo. Las tecnologías informáticas han incorporado la interactividad a sus productos, lo cual los ha hecho más dinámicos y por lo tanto, al incorporar a los usuarios a la producción de la información contenida en el producto, este abre posibilidades críticas mayores a las que existen en un dibujo estático. De pequeños, en la escuela primaria, coloreábamos los mapas para intervenirlos, ahora podemos realizar muchas más acciones y con más potencia que la que tenían los lápices de colores, ya que las capas que los usuarios añaden a la plantilla neutra, se suman a la información que consideran las sucesivas capas superpuestas posteriormente.
De cualquier modo el dibujo no modifica al objeto, pero sin duda mientras más críticos sean los que lo utilizan, los mapas tienen el poder de cambiar nuestra percepción de nuestro mundo físico.
Lorenzo Rocha
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