“Leo y sueño… mi lectura sería pues mi impertinente ausencia. ¿La lectura sería un ejercicio de ubicuidad?”
Guy Rosolato Essais sur le symbolique
Solo Dios está al mismo tiempo en todas partes, solo Él es ubicuo. Los humanos quisiéramos ser de ese modo, ser capaces de presenciar todo y vivir en continuo movimiento, pero la realidad no es así, solamente podemos estar en un lugar a la vez. Lo único que puede darnos la sensación de ubicuidad es la imaginación.
Si Usted está leyendo esto, entonces Usted está aquí. ¿Dónde? ¿El texto también es un espacio? Cuando Usted lee esto, ¿dónde se encuentra? ¿Está Usted en una habitación o dentro de esta página del periódico?
Nuestro mundo se compone de imágenes, de aquellas que percibimos directamente desde la experiencia visual, hasta otras que miramos en las pantallas, o bien construimos en nuestra mente por la evocación de la lectura e incluso al escuchar música.
La arquitectura es un fenómeno concreto, una experiencia estética que se percibe corporalmente, con todos los sentidos al mismo tiempo. Pero además de esta dimensión física, las imágenes arquitectónicas habitan en nuestra memoria, algunas incluso por mecanismos inconscientes, por los sueños, las asociaciones de ideas y otras dinámicas que no derivan directamente de las experiencias concretas.
Siempre que pienso en esto, recuerdo la anécdota sobre de una conversación entre Luis Barragán y algún periodista extranjero en 1980, cuando el célebre arquitecto mexicano fue reconocido con el premio Pritzker. Como referencia a alguna de sus fuentes urbanas (probablemente la “Fuente de los amantes”, que se encuentra en el fraccionamiento “Los Clubes”, en el Estado de México, construida en 1964), el arquitecto le cuenta al periodista acerca de las acequias del pueblo donde solía vacacionar en su infancia: Mazamitla, Jalisco. En las calles de ese pueblo, él recordaba que había un sistema de troncos huecos elevados sobre horquetas, que llevaban el agua por las calles hasta las fuentes de cada patio doméstico. Cuando el periodista le pide si tiene alguna fotografía de la época, el arquitecto responde defensivamente con esta simple frase: “No hay fotografías, sólo recuerdos”.
Lorenzo Rocha
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