La asociación internacional Panthera que se ocupa de preservar los territorios y las rutas de los jaguares y los pumas, desde el norte de Argentina hasta el sur de los Estados Unidos, recibe cuantiosos donativos de Thomas Kaplan, quien se dedica a la minería, una de las fuentes que dañan a los ecosistemas en cuestión.
Es muy interesante observar como el urbanismo, una actividad humana, interactúa inevitablemente con otras especies animales “no-humanas”. El caso de los jaguares y los pumas ha sido ampliamente estudiado y es especialmente relevante, al tratarse de especies en peligro de extinción.
Un solo ejemplar de esta especie requiere al menos de 80 hectáreas de terreno para desarrollarse, sitio apenas suficiente para cazar a sus presas, principalmente venados y algunos otros mamíferos.
En la península de Yucatán, muy cerca de Puerto Morelos, zona que se conoce como la “Ruta de los cenotes”, habita un alto porcentaje de los jaguares que existen en México, aunque se encuentran asediados por el desarrollo de la industria turística, por los proyectos inmobiliarios y por la infraestructura de transportes, las carreteras y el tren en construcción.
El médico veterinario Jorge Hevia ha contribuido de manera significativa a preservar al jaguar, a los pumas, los buitres, los venados y muchas otras especies fundamentales para la fauna local, que incluso se consideraban ya extintas. Su encomiable labor como miembro de Panthera ha abierto la posibilidad de preservar a estos magníficos animales, a pesar de las múltiples dificultades que enfrentan cotidianamente.
El dia de ayer se llevó a cabo el taller “Mapeando la ruta jaguar”, dentro del programa de la Feria Internacional del libro universitario, el cual trató el tema de las cartografías que ponen en evidencia la interacción entre el ser humano, su modo de urbanizar el territorio y las dinámicas de movilidad de los grandes felinos. En el taller participaron Juana Salcedo, de la Universidad de Texas en Austin (autora de la investigación), Elena Tudela, Ricardo Nurko y quien esto escribe, profesores de la Facultad de arquitectura de la UNAM.
Lorenzo Rocha