jueves, 27 de junio de 2024

ISLAS URBANAS

En 1955 el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, dijo en una entrevista: “Es por esto que ya no podemos construir ciudades, ciudades viejas, ciudades planificadas (...). Se extiende como un bosque y tendremos que aprender a vivir en la jungla e incluso hacerlo bien.”

Durante el siglo XX se inició un fenómeno dentro de las ciudades que ha llevado en parte a la pérdida del sentido de lugar dentro de los conglomerados urbanos. Algunas ideas plasmadas en la Carta de Atenas sirvieron como directrices para un urbanismo que fue más allá de los ámbitos de la planificiación, para convertirse en un modo de hacer ciudad, que ha tenido consecuencias negativas en la percepción de los habitantes sobre los entornos construidos.
El fenómeno se puede reducir al concepto de “Islas urbanas”, que son porciones de ciudad delimitadas por calles circundantes donde se percibe solamente una muralla o enrejado metálico que no impide la visión hacia el interior, pero sí limita el acceso, tanto peatonal como vehicular. 
Los motivos de este tipo de construcción son entre otros la seguridad, el control de los servicios y mantenimiento en el interior del bloque y la imposibilidad de compaginar las actividades localizadas en el conjunto con aquello que sucede en el exterior.
El primer resultado es la cancelación de toda posibilidad de tejido urbano continuo, cuando llegamos a uno de estos grandes bloques insulares –ya sean centros comerciales, hospitales, cementerios o incluso conjuntos habitacionales– como peatones recorremos cientos de metros sin tener ningún contacto con los comercios, jardines y viviendas que están del otro lado de los cierres. Si pasamos a un costado de ellos en automóvil, bicicleta o autobús no tendremos ningún estímulo o motivo para detenernos por las mismas razones antes expuestas.
En las escuelas de arquitectura de todo el mundo se siguen enseñando los conceptos de megaestructuras como opciones válidas para el diseño arquitectónico y urbano, a sabiendas de los efectos negativos que este tipo de proyectos tienen sobre la percepción de la escala urbana de los ciudadanos. Se trata de un tema que se debe debatir urgentemente en los ambientes académicos.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 20 de junio de 2024

FUNCIONALISMO RADICAL

Las décadas de 1920 y 1930 fueron sin duda puntos cruciales en el desarrollo de las ideas modernistas en arquitectura. En este período se construyeron: el edificio de la Bauhaus en Dessau (Walter Gropius, 1926), el Barrio Moderno Fruges en Pessac (Le Corbusier, 1926) y el Pabellón alemán en la feria de Barcelona (Mies van der Rohe, 1929). Se trata de tiempos en los que la política, las guerras y las ideologías, sometieron al arte a tensiones sin precedentes, de las que probablemente no ha vuelto a padecer. Quizá por ello, Walter Benjamin escribió: "La consecuencia lógica del fascismo es una estetización de la vida política (…) al lo cual el comunismo responde con una politización de la obra de arte”, en su célebre ensayo: La obra de arte en la época de su reproducción mecánica.
Dentro de este contexto surgió una figura notable, el arquitecto Hannes Meyer, quien dirigió la Bauhaus de 1926 a 1930. Como sabemos, además el arquitecto suizo vivió en México de 1938 a 1949, dejando una estela importante en nuestra propia cultura arquitectónica. Además de ello, dejó para la posteridad una obra muy importante de la que destaca la Escuela Sindical de la ADGB, en las afueras de Berlín, concluida en 1930.
Meyer acuñó ideas muy importantes durante su período como director de la Bauhaus, en la que se definió a si mismo como un Baulehre (maestro constructor). Entre ellas las más importantes son: “La modernidad se conforma por su relación directa con con la existencia humana. La construcción es la organización deliberada de los procesos vitales”. A las que se suman: “El arquitecto se está convirtiendo en un especialista en la organización (…) en las relaciones funcionales cotidianas de los entornos espaciales construidos.” Y por ultimo su lema principal, que aun se utiliza en la Bauhaus como su guía ideológica: “Demandas del pueblo, no demandas del lujo.”
Lorenzo Rocha

 

jueves, 13 de junio de 2024

ESCRITORES

El teórico mexicano Alberto Pérez Gómez considera al discurso escrito y verbal como una condición necesaria para la concepción de proyectos arquitectónicos apropiados desde el punto de vista cultural: “El lenguaje, contrariamente a lo que generalmente creen los arquitectos, es crucial para una práctica poética y ética.”

La teoría y la historia de la arquitectura la escriben principalmente los arquitectos. Salvo por algunos historiadores del arte y sociólogos, los arquitectos nos encargamos de interpretar los edificios que hacemos. Esto es muy problemático, ya que nuestro lenguaje es extremadamente especializado y cerrado a los expertos, lo que dificulta nuestra comunicación con otras personas interesadas en discutir los proyectos y con el público en general.
Los críticos de arquitectura, también emanan de nuestras filas, lo cual también nos hace parciales ya que consciente o inconscientemente nos protegemos unos a otros.
Los arquitectos podemos pasar horas enteras y escribir cientos de páginas sobre sucesos que son tan poco importantes para los resultados materiales de nuestra labor, como por ejemplo una esquina de un edificio realizado en Nueva York en los años cincuenta. 
De hecho, Charles Jencks dedicó un texto a lo que llamó la “esquina infame”, un detalle constructivo del edificio Seagram en Nueva York, del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe. En su libro titulado: “El lenguaje posmoderno de la arquitectura”, publicado en 1977, Jencks argumenta que la intención de Mies era que la esquina del edificio fuera metálica, pero las normas de protección contra incendios de la ciudad exigían que fueran revestidas de concreto. Sin embargo, el arquitecto se empeñó en su propósito y recubrió las columnas de concreto con chapa metálica para hacerlas parecer de acero.
Este tipo de discusiones solo pueden existir internamente cuando los involucrados pertenece a una sola disciplina en particular.
En la teoría, crítica e historia de la arquitectura se necesitan a otros profesionales formados en las humanidades para refrescar nuestras discusiones y darles mayor objetividad.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 6 de junio de 2024

Conjunciones (17 radio)

El próximo viernes 7 de junio las 19:00 (México). Conversaremos con el arquitecto Victor Hugo Juárez, sobre las maneras occidentales y orientales de abordar la arquitectura y el urbanismo

Sintonicen 17radio.org

 

CIUDAD SIN LUGAR

Melvin Webber, el planificador americano escribió en 1964 un interesante libro titulado Explorations into Urban Structure, en el cual acuñó las frases: “Comunidad sin propincuidad” y “el no-lugar en el ámbito urbano”.

Las ciudades nuevas en casi todo el mundo han sido asociadas con los no-lugares quizá por su carácter tan extremo de eficiencia. El fenómeno del desarrollo urbano planeado después del fin de la Segunda Guerra Mundial, ha propiciado multiples críticas desde el ámbito de la teoría urbana. Las ciudades tradicionales no se hicieron todas de una sola vez, fueron creciendo y enmendándose, ensanchandose hasta llegar a su forma actual.
La pretensión moderna del “urbanista tecnócrata” que se considera a sí mismo como el gestor principal de un sistema, ignora la construcción social del espacio, lo cual conlleva una sensación de vacío en los habitantes.
Una de las ciudades nuevas edificadas en la década de los años sesenta en el Reino Unido es Milton Keynes, en Buckinghamshire. Los ingleses la consideran como una de las ciudades más aburridas de su país. Este “vacío de lugar” (en inglés ‘placelessness’), responde un modo de vida alienado en el que gran numero de habitantes comparten el espacio público pero no conviven, no se conocen. Este individualismo contemporáneo se sigue replicando en casi todo proyecto de vivienda privada contemporáneo, en el que los vecinos son vistos como un mal necesario y la solidaridad con el prójimo es cosa que solo ejercitan las personas mayores. En nuestro país también sufrimos de esta “soledad en compañía” que afecta a los grupos que se encuentran en desventaja y dependen de sus familias para desarrollarse, como las personas discapacitadas, los niños y los ancianos.
Sería deseable que se intentara recuperar el espíritu cooperativo convivencial que dio origen a proyectos de vivienda popular como los que se hicieron en México en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado.
Lorenzo Rocha

 

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