El teórico mexicano Alberto Pérez Gómez considera al discurso escrito y verbal como una condición necesaria para la concepción de proyectos arquitectónicos apropiados desde el punto de vista cultural: “El lenguaje, contrariamente a lo que generalmente creen los arquitectos, es crucial para una práctica poética y ética.”
La teoría y la historia de la arquitectura la escriben principalmente los arquitectos. Salvo por algunos historiadores del arte y sociólogos, los arquitectos nos encargamos de interpretar los edificios que hacemos. Esto es muy problemático, ya que nuestro lenguaje es extremadamente especializado y cerrado a los expertos, lo que dificulta nuestra comunicación con otras personas interesadas en discutir los proyectos y con el público en general.
Los críticos de arquitectura, también emanan de nuestras filas, lo cual también nos hace parciales ya que consciente o inconscientemente nos protegemos unos a otros.
Los arquitectos podemos pasar horas enteras y escribir cientos de páginas sobre sucesos que son tan poco importantes para los resultados materiales de nuestra labor, como por ejemplo una esquina de un edificio realizado en Nueva York en los años cincuenta.
De hecho, Charles Jencks dedicó un texto a lo que llamó la “esquina infame”, un detalle constructivo del edificio Seagram en Nueva York, del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe. En su libro titulado: “El lenguaje posmoderno de la arquitectura”, publicado en 1977, Jencks argumenta que la intención de Mies era que la esquina del edificio fuera metálica, pero las normas de protección contra incendios de la ciudad exigían que fueran revestidas de concreto. Sin embargo, el arquitecto se empeñó en su propósito y recubrió las columnas de concreto con chapa metálica para hacerlas parecer de acero.
Este tipo de discusiones solo pueden existir internamente cuando los involucrados pertenece a una sola disciplina en particular.
En la teoría, crítica e historia de la arquitectura se necesitan a otros profesionales formados en las humanidades para refrescar nuestras discusiones y darles mayor objetividad.
Lorenzo Rocha
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