“La finitud convoca a lo real”, este pensamiento del filósofo francés Bernard Delobelle, es la expresión más clara posible de una realidad que se aproxima inevitablemente, pero que hoy pretendemos ignorar.
Con las tendencias actuales, que apuntan a un crecimiento económico infinito, que no es compatible con los recursos finitos del planeta en el que vivimos, no es lógico seguir actuando de la manera como lo hacemos. Llegará el día en que no haya más combustibles para nuestros automóviles y máquinas, ni materias primas para sus baterías. Si la población continúa en aumento y la urbanización se sigue extendiendo ilimitadamente, seguramente se agotarán los servicios básicos como el agua, el gas, la electricidad. La construcción de la infraestructura para dichos servicios está ligada estrechamente a los transportes, los cuales a su vez consumen energía y generan contaminación.
Todo ello, aunado al cambio climático, no son cuestiones de opinión, sino asuntos públicos impostergables.
Los estudios territoriales deben ocuparse de estos problemas a nivel universitario. Actualmente la mayoría de los departamentos de urbanismo y planificación en las escuelas de arquitectura de todo el mundo, están preparando a sus estudiantes para elaborar proyectos y planes que no toman en cuenta la necesidad de decrecimiento urbano debido a la finitud de recursos. En otras palabras, están contribuyendo a la idea de que los recursos y el espacio urbanizable son infinitos y que de algún modo u otro las tecnologías futuras encontrarán las soluciones ante la escasez de recursos y evitarán que se agoten. Sin embargo, como el orden geopolítico es desigual, ya vivimos actualmente situaciones que hacen patentes las amenazas citadas anteriormente. En tiempos recientes, han existido poblaciones que han debido desplazarse de sus asentamientos sea por la escasez de agua, como por la inviabilidad de sus localizaciones desde el punto de vista del abasto y el transporte, ha habido despoblamientos sin precedentes, del campo a la ciudad o dentro de las ciudades mismas, que nos muestran la gravedad de la situación.
Lorenzo Rocha
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