jueves, 3 de diciembre de 2009

ARTE PÚBLICO


Tradicionalmente, durante el movimiento moderno, la mayor parte del arte que se encuentra en el espacio público urbano se ha resuelto mediante la escultura monumental. Por ejemplo, en Estados Unidos la ley obliga a los constructores a destinar cinco por ciento del presupuesto de cualquier edificio público a una pieza de arte. Así es como han aparecido en Chicago o Nueva York tantas esculturas de artistas desde Picasso y Miró, hasta Dubuffet, Calder y otros tantos más. La saturación de esculturas en los atrios de los rascacielos es tal que la mayoría de los transeúntes las ignoran al pasar.

La escultura monumental más conocida de la ciudad de México es el “Caballito”, de Sebastián, que sustituyó a la estatua ecuestre de Felipe II en el cruce de las avenidas Reforma y Juárez. Últimamente ha crecido su prestigio, el modernismo ya es una moda retro, incluso he escuchado decir a algún artista joven: “Es un buen tono de amarillo”. El concepto más sofisticado del arte público en la actualidad, que se orienta más hacia la intervención o el performance, ha rebasado intelectualmente a las esculturas corporativas, sin embargo, se parece en algo a éstas: el público puede verlas, pero las ignora. De este modo, alguna palabra escrita sobre un muro, un paso peatonal trazado de modo extraño, piezas disfuncionales de mobiliario urbano, constituyen lo más novedoso del arte público. Incluso si se nos acerca algún mendigo, podría tratarse de una manifestación artística, como aquellos de la pieza “Ópera del mendigo”, de Dora García (inspirada en John Gay y Bertolt Brecht, en inglés: Beggar’s Opera, ver: www.thebeggarsopera.org) —performance en el cual la artista contrató a un grupo de actores callejeros para hacer de mendigos e interactuar con el público del festival, sin que éste lo supiera—, la cual fue presentada en el Proyecto de Escultura de Munster del año 2007. Todo esto nos confirma que el arte en el espacio urbano es para todo el pueblo, aunque sólo unas cuantas personas ilustradas lo puedan disfrutar.
Lorenzo Rocha

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