domingo, 20 de diciembre de 2009

Espacio público/privado


Alquilar el espacio público a empresas privadas para comercio y eventos promocionales, en principio no tiene nada de malo, sobre todo por que es una práctica legal. Es un fenómeno que vemos frecuentemente en cafés y restaurantes que colocan mesas en la vía pública, por ejemplo, o los pabellones instalados durante las ferias de libros. Tampoco es criticable que el Gobierno del Distrito Federal se apoye en la iniciativa privada para proveer eventos de entretenimiento para la ciudadanía, sin recurrir al dinero de los contribuyentes. Durante el mes de diciembre, el Paseo de la Reforma se ha convertido en un monumental escaparate para la publicidad de productos de empresas privadas como Pepsi, Banorte, Lala y muchas más, ofreciendo espectáculos navideños de los cuales el más destacable es el “árbol” (una estructura tubular de 140 metros de altura) que se jacta de ser el más alto del mundo.
Lo criticable de esta presencia de marcas y símbolos corporativos en la vía pública es que, por su magnitud, resultan una intrusión visual que vulnera el sentido público de identidad en un espacio que es tan representativo para la vida nacional. En Reforma marcharon ejércitos y se conmemoró el centenario de nuestra independencia. También alli sucedió una de las protestas populares más significativas para nuestro país de los últimos años, el “plantón” que cuestionaba los resultados electorales del 2006, durante el cual la avenida fue tomada por espacio de mes y medio.
Cuando transitamos en estos días por la ancha avenida, nos sentimos más en un centro comercial que en un espacio público. El árbol es, en estos momentos, el hito más notable del paseo, relega a segundo plano a la columna y Ángel de la Independencia y bloquea la vista del Castillo de Chapultepec. En diciembre Reforma está pintada de tres colores, dos de ellos coinciden con el emblema tricolor –el blanco y el rojo– pero los capitalinos hemos vendido al azul, el lugar que legítimamente le corresponde ocupar al verde.
Lorenzo Rocha

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