viernes, 25 de diciembre de 2009

TAJÍN


Un centro urbano (religioso-político-comercial) con más de 180 edificios de los cuales solamente se han desenterrado 40 de ellos, nos hace pensar en la vida de una remota ciudad rodeada por la selva huasteca, donde habitaron los Totonacas hace quince siglos.
No hay imagen mental más fuerte de aquello que frecuentemente llamamos lo “otro”, que una civilzación tan desarrollada que no conoció nada de lo que ahora es esencial para la vida urbana del mundo occidental, ya que al igual que muchos otros sitios ceremoniales mesoamericanos de la antigüedad, el Tajín (Ciudad o lugar del trueno, en lengua totonaca) se encontraba despoblado desde al menos doscientos años antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Nuestro espacio urbano en la actualidad no puede prescindir de los elementos arquitectónicos, equipamientos y mobiliario que apenas hace dos siglos años ni siquiera existían. Queda muy poca gente con vida que pueda recordar un tiempo en el que casi no circulaban automóviles por las avenidas y el Ángel de la Independencia era el límite de la traza urbana, sin embargo, así era la ciudad de México hace noventa años, cuando nadie había oído hablar de cosas tan comunes ahora, como pueden ser la televisión y la informática.
Si nos cuesta trabajo imaginarnos esta escena, entonces es casi imposible imaginarse cómo pudieron ser las ciudades prehispánicas. Afortunadamente, los vestigios arqueológicos –la única señal que nos permite combatir la fuerza del tiempo, que devora todo lo que el ser humano produce– nos permiten hacer el ejercicio de intentar situarnos en contextos urbanos y sociales que hace mucho tiempo desaparecieron.
Si nos colocamos en medio del “juego de pelota” mirando hacia la Pirámide de los Nichos como remate, por un momento nos podemos sentir un efecto contrario, como si estuviéramos en un espacio urbano extremadamente moderno, y entonces el ejercicio de imaginar el pasado se puede transformar repentinamente en una sensación de que nos encontramos en un tiempo futuro.
Lorenzo Rocha

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