jueves, 31 de diciembre de 2009

TRES CULTURAS



El espacio, hoy, es una estratificación de tiempos y lugares.

Mientras la utopía se encarga de reflexionar sobre los lugares inexistentes —como aquel lugar imaginario donde reside nuestra imagen al reflejarnos en un espejo—, la heterotopía lidia con los otros lugares, o mejor dicho, con el lugar de lo “otro”.

El espacio contemporáneo es una estratificación, se forma de capas superpuestas de tiempos y lugares, de ahí su similitud con la heterotopía, a diferencia del espacio moderno, que se parece más a la utopía, ya que parte, de la tabula rasa.

Un espacio en la Ciudad de México que reúne todas las características de la heterotopía es sin duda la Plaza de las Tres Culturas, en el centro de Tlatelolco. Ahí podemos observar la historia cultural de nuestro país resumida en una especie de cala arqueológica, donde no está expresado el presente, ¿o será quizas que el presente no tiene mayor referente que la superposición de los espacios del pasado?

Los tres componentes de la arquitectura de la plaza representan alguna cresta en la marea cultural que compone nuestra identidad: los templos de Tlatelolco, ciudad hermana de Tenochtitlan, el convento e iglesia de Santiago, de la época colonial y el conjunto habitacional multifamiliar que representa el México moderno de mediados del siglo pasado.

Todos los espacios han sido de algún modo sacralizados, por su significado religioso, político o social, sin embargo todos se encuentran cargados con tristes y sangrientos episodios. Se trate de la guerra de la conquista, la santa inquisición, la matanza del movimiento estudiantil de 1968, o el terremoto de 1985, no implica gran diferencia en el resultado del nuevo paisaje urbano. Sin embargo, en Tlatelolco parece que aún falta algo más por venir, tal parece que la reciente presencia de un centro cultural universitario dentro del edificio que otrora fuera la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, crea una leve distopía que anticipa la manifestación física de otro tipo de espacio más. Un espacio que seguramente ya no es arqueológico, ni histórico, ni moderno, pero que aún no anuncia lo que será.

Lorenzo Rocha

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