Ver todo el campo desde un solo punto, ¿porqué necesitamos cubrir con la mirada toda la extensión de lo que nos rodea? La visión panorámica parece ser una necesidad primordial para el ciudadano contemporáneo. Quizá se relaciona con el deseo de vivir aislado, cuando la realidad es que vivimos hacinados en torres de apartamentos y barrios de alta densidad de población. Pero también es una característica humana ligada a la adquisición del control sobre el entorno, de ahi deriva el obsesivo panóptico de las cárceles decimonónicas, que hoy se manifiesta en los sistemas de vigilancia por circuito cerrado de televisión. Somos nuestro propio “Hermano mayor”, George Orwell no se equivocaba en sus predicciones científico-fantásticas, ya han pasado casi 30 años desde 1984, año en que nuestro futuro quedó definitivamente atrás.
Resulta interesante leer el “Manifiesto contra el paisaje” de Lluis Sabadell, su crítica al visualismo como el fenómeno que provoca “una visión superficial y por ello vacía y hueca cuyo único resultado es ensombrecer y enturbiar el verdadero sentido de las cosas generando sólo un ruido indescifrable”. Así es la visión panorámica, con la que repasamos de una sola mirada nuestro entorno y lo generalizamos. Cuando aplicamos esta visión al paisaje urbano, ya no profundizamos en las características más complejas del tejido social. Vemos un barrio perférico como un foco de delincuencia y pobreza, a la vez miramos los nuevos desarrollos inmobiliarios como lugares de bienestar social, cuando es probable que en muchos casos, si miraramos más allá de la fachada, es posible que encontráramos una realidad contraria a nuestras conclusiones derivadas de una visión superficial. Es muy probable que en muchos de los barrios de bajos recursos, el tejido social sea más sano y la solidaridad entre las personas sea mucho mayor que en un conjunto habitacional recién construido, donde la gente no conoce a sus vecinos y desconfía de las demás personas. Esta sensación de seguridad tiene mucha relación con la idea de paisaje, ya que la vigilancia y protección armada de los habitantes de una torre de apartamentos, no es necesaria en un grupo de casas de la periferia, donde todos los vecinos se conocen. Cuando hacemos estas cosnsideraciones no hay que dejar de lado que también se puede dar la situción contraria, pero en todos los casos, a quien le interesa la ciudad no le bastará jamás verla toda desde un solo punto. Debemos intentar recordar que no es posible ver el paisaje, porque todos nosotros estamos dentro de él.
Lorenzo Rocha
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