Cada vez que visito una exposición relacionada con cuestiones ligadas a la percepción del espacio, constato la importancia que tiene la inefable experiencia total de un objeto en su sitio específico, comparada con su conocimiento mediante fotografías. La muestra personal "Lodestone" (en español: "Magnetita") del artista coreano radicado en Nueva York Jong Oh, que se inauguró hace una semana en la galería Marso (Berlín 37, colonia Juárez), es una prueba irrefutable de la diferencia entre documentación y experiencia. Con práctiamente nada de material, el artista ha instalado ocho piezas escultóricas ortogonales, que se sotienen en un equilibrio liminal, gracias a pequeñas pesas que penden de delgadísimos hilos que están unidos por barras de madera, metal o acrílico.
A la entrada a la galería hay un cartel que advierte al visitante sobre la fragilidad de las piezas, ese característico "no tocar" presente en casi todos los espacios museísticos. Sin embargo, los organizadores de la exposición no tomaron en cuenta que algunas piezas son casi imperceptibles para muchas personas. Son como telarañas que los espectadores en algunos casos no ven, hasta que se ven atrapados en ellas como insectos.
El propio artista, a quien tuve la fortuna de conocer en el día de la inaugración, comentó que en ocasiones es necesario retocar las fotografías que hace de su obra, ya que las piezas no son captadas suficientemente por su cámara fotográfica.
Así que este trabajo es casi imperceptible, invisible y prácticamente inmaterial. Sus características lo ligan genealógicamente al Suprematismo de principio del Siglo XX en el cual artistas como Kazimir Mahlevich, persiguieron la idea de un arte inmaterial y absolutamente abstracto. ¿Habrá buscado Jong Oh llegar a una virtual desmaterialización de la forma de sus esculturas?
En particular las dos piezas tituladas "Compo-site" (#9 y #10, realizadas en 2014) geométricamente constituyen organizaciones espaciales muy similares a algunos dibujos y esquemas producidos por artistas holandeses del movimiento De Stijl y a las ideas de los artistas y arquitectos alemanes pertenecientes a la Deutsche Verkbund, por lo tanto guardan una estrecha relación con los conceptos arquitectónicos y constructivos del Baukunst. Ludwig Mies van der Rohe declaró su deseo de construir arquitectura con la mínima cantidad de materiales (en alemán decía: "Beinahe nichts"), este deseo lo llevó a utilizar solamente acero y cristal para crear grandes construcciones como el edificio Seagram's en Nueva York y la Nueva Galería Nacional en Berlín. Seguramente las piezas de Oh se encuentran cercanas al límite entre lo que entendemos como "algo" y "nada".
Lorenzo Rocha
jueves, 25 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
ALTA DENSIDAD
El espacio se concibe mediante la presencia humana inmersa en un medio delimitado. El sujeto y el medio son indispensables para cualquier visualización espacial. Sin estos dos elementos en presencia simultánea, es prácticamente imposible alcanzar el nivel de abstracción necesario para definir el espacio tridimensional.
Pensemos en un caso sencillo: un individuo entra a una habitación de forma cilíndrica de tres metros de diámetro construida con ladrillo, que mide seis metros de altura y carece de techo. El sujeto se introduce en el medio de la habitación, que se compone del aire contenido en el cilindro y el material del que está construido —el ladrillo— lo delimita por su diferente densidad. Cuando el individuo se percata de que en lugar de techo, sobre su cabeza se encuentra un orificio de forma redonda abierto hacia el cielo, cambia su apreciación, ya que percibe el espacio como un fluido, que se prolonga desde la habitación hasta el cielo, aunque sus limites físicos solo se prolonguen hasta la altura de los muros.
La visualización del espacio se modifica si se altera alguno de sus factores elementales. Por ejemplo: ¿Qué sucedería si la habitación en lugar de estar llena de aire, estuviera llena de agua? Quizá el individuo tendría que entrar en ella desde la superficie y llevaría un tanque de oxígeno. Si estuviera llena de agua, ¿Aún podríamos entender la habitación como un espacio?
Es probable que el artista inglés Richard Wilson, se haya hecho preguntas similares cuando realizó su instalación 20:50, la cual se encuentra de forma permanente desde 1991 en la galería Saatchi de Londres. La obra consiste en la inundación con aceite negro de la Sala #13, la cual fue construida especialmente para albergar la obra. Se entra a la sala por un pasillo delimitado por tres placas de acero que protegen al espectador hasta la altura de la cintura y le permiten penetrar en el ambiente onírico creado por el artista. El aceite se ve en primera instancia como una superficie pulida que refleja el techo de la sala, pero si se sopla levemente sobre él, se puede constatar que se trata de un líquido denso, además el espectador se ve envuelto por su fuerte olor.
Tal vez por casualidad, o por influencia del artista, el director cinematográfico Jonathan Glazer, utilizó un efecto muy parecido para la ambientación de su más reciente producción, "Under the Skin" (2014). En este notable filme de ciencia ficción, aparece un espacio similar al de Wilson, con un suelo negro, donde la protagonista (una extraterrestre, caracterizada por Scarlett Johansson) conduce a sus víctimas, hombres a los que seduce para que la sigan hasta un sitio donde gradualmente se hunden, en medio de una piscina de aceite de la que no pueden salir jamás.
Lorenzo Rocha
Pensemos en un caso sencillo: un individuo entra a una habitación de forma cilíndrica de tres metros de diámetro construida con ladrillo, que mide seis metros de altura y carece de techo. El sujeto se introduce en el medio de la habitación, que se compone del aire contenido en el cilindro y el material del que está construido —el ladrillo— lo delimita por su diferente densidad. Cuando el individuo se percata de que en lugar de techo, sobre su cabeza se encuentra un orificio de forma redonda abierto hacia el cielo, cambia su apreciación, ya que percibe el espacio como un fluido, que se prolonga desde la habitación hasta el cielo, aunque sus limites físicos solo se prolonguen hasta la altura de los muros.
La visualización del espacio se modifica si se altera alguno de sus factores elementales. Por ejemplo: ¿Qué sucedería si la habitación en lugar de estar llena de aire, estuviera llena de agua? Quizá el individuo tendría que entrar en ella desde la superficie y llevaría un tanque de oxígeno. Si estuviera llena de agua, ¿Aún podríamos entender la habitación como un espacio?
Es probable que el artista inglés Richard Wilson, se haya hecho preguntas similares cuando realizó su instalación 20:50, la cual se encuentra de forma permanente desde 1991 en la galería Saatchi de Londres. La obra consiste en la inundación con aceite negro de la Sala #13, la cual fue construida especialmente para albergar la obra. Se entra a la sala por un pasillo delimitado por tres placas de acero que protegen al espectador hasta la altura de la cintura y le permiten penetrar en el ambiente onírico creado por el artista. El aceite se ve en primera instancia como una superficie pulida que refleja el techo de la sala, pero si se sopla levemente sobre él, se puede constatar que se trata de un líquido denso, además el espectador se ve envuelto por su fuerte olor.
Tal vez por casualidad, o por influencia del artista, el director cinematográfico Jonathan Glazer, utilizó un efecto muy parecido para la ambientación de su más reciente producción, "Under the Skin" (2014). En este notable filme de ciencia ficción, aparece un espacio similar al de Wilson, con un suelo negro, donde la protagonista (una extraterrestre, caracterizada por Scarlett Johansson) conduce a sus víctimas, hombres a los que seduce para que la sigan hasta un sitio donde gradualmente se hunden, en medio de una piscina de aceite de la que no pueden salir jamás.
Lorenzo Rocha
lunes, 15 de septiembre de 2014
ENTREVISTA A LOUISE NOELLE (fragmento)
Coautora de la Guía de Arquitectura Contemporánea de la ciudad de México
por Lorenzo Rocha
con preguntas de: Heidrun Holzfeind
y Christoph Draeger
Desde el año 2005 hasta el 2007, los artistas
Heidrun Holzfeind y Christoph Draeger, llevaron a cabo un trabajo fotográfico
que tomó como punto de partida la edición de 1993 de la guía de arquitectura
contemporánea de la ciudad de México, de la que usted es coautora junto con el
arquitecto Carlos Tejeda.
Quiero
señalar y creo que es correcto hacerlo desde el principio, el tema de la
autoría o coautoría con el arquitecto Carlos Tejeda. Él fue un muy querido
amigo que falleció prematuramente (hará unos 8 ó 10 años), él fue quien tuvo la
idea de hacer el libro. Vino a verme y me dijo: “ya has escrito mucho sobre
arquitectos específicos, ¿porqué no hacemos una guía de arquitectura? Hace
mucha falta.” La idea original de la guía —hay que honrarlo por ello— es de
Carlos Tejeda. Yo respondí que estaba de acuerdo, que se podía publicar con la
ayuda de Banamex, por el interés del banco en las publicaciones y entonces nos
dimos a la tarea de hacerla. Su plan fue muy sencillo, me encargó los textos y
la investigación, y él se ocupó de conseguir las fotografías y los planos de
los edificios y sobre todo, de la parte minuciosa y compicada de realizar los
mapas de la ciudad y localizar las obras con exactitud. Los mapas fueron
dividos por zonas para facilitar su reducción al formato del libro, se hizo un
plano de referencia y pequeños mapas de las zonas. Los mapas fueron dibujados
por Rodolfo Santa María, después fueron digitalizados e incluidos en la
edición. Ésta fue la división del trabajo por lo que respecta a las obras, la
redacción y la parte técnica para la cual, por mucho que yo escribiera, se
necesitaba de sus conocimientos. Por ello, en el libro a veces escribo en
singular, cuando se trata de una opinión propia y otras veces se trata de
enunciados que hacemos Carlos y yo en plural. La investigación historica es mía
y el complemento necesario para que el material fuera publicable es suyo. Esto
está claramente explicado en la introducción de la guía original. Para decidir
qué obras incluir yo tenía una idea, pero juntos decidimos convocar a un comité
editorial que me había funcionado muy bien para el libro “Arquitectos contemporáneos”,
los arquitectos me ayudaron a decidir qué obras les parecían bien para la guía
y también ayudaron a balancear la cantidad de obras que convenía incluir de
cada arquitecto, además de limitar el tamaño del libro. Por lo que quedamos en
unas 100 ó 120 obras para tener un material manejable. Por ejemplo, algún
arquitecto que hubiera hecho cinco obras en el mismo año, escogíamos las dos
más relevantes. Usamos criterios lógicos que hicieron que esa parte del trabajo
resultara muy interesante y divertida. Las reuniones se llevaron a cabo en el
despacho de Ricardo Legorreta, quien siempre fue muy buen amigo mío y muy
generoso. Nos reuníamos muy cómodamente —con café y galletas— a revisar la
lista de obras que yo preparaba previamente, la discutíamos entre todos y poco
a poco decidíamos cuáles debían quedar en la guía. En cuatro sesiones
conseguimos armar el libro, les estoy muy agradecida a los arquitectos por
aportar su visión personal, que proviene de diferentes generaciones y
diferentes acercamientos. Los arquitectos fueron Mario Pani, representado a la
generación mayor y por su experiencia en la revista “Arquitectura México” tenía
muy buen conocimiento del panorama. También participó el arquitecto Teodoro
González de León, Javier Moysén, historiador del arte no experto en
arquitectura, aunque sabía mucho de arquitectura, él trabajó en el Instituto de
Investigaciones Estéticas de la UNAM y falleció hace unos 8 años, y había una o
dos personas más que en este momento no recuerdo (Aurelio Nuño, Mario Schjetnan
y ocasionalmente Carlos González Lobo). Las opiniones tenían que ver con los
conocimentos de cada uno de los participantes y también con el estado de
conservación de cada edificio o su importancia en la historia de la
arquitectura. Se incluyeron obras por distintas razones, resultaron de nuestras
conversaciones, que fueron muy enriquecedoras para mí. No pretendo evadir mi
responsabilidad trasladándola a un grupo de personas, asumo que en toda selección hay omisiones que a veces
disgustan a quienes no fueron incluidos, nuestro objetivo fue incluir las
obras que consideramos las más
importantes, las que se debían visitar. En ese sentido muchas personas,
historiadores del arte de otros países me han comentado que la guía les ha
servido mucho. En un congreso reciente Ruth Verde Zein, una historidora
brasileña, me elogió por la guía y me dijo que gracias a ella había encontrado
todo lo que buscaba, y es verdad que hicimos el mayor esfuerzo para incluir las
obras que más importancia tienen, con sus necesarias excepciones, por el mal
estado de algunas, solo en los casos en que la importancia de la obra ameritara
incluirla a pesar de su mala conservación. Algunas obras han sido destruidas en
el transcurso de una edición a otra y hemos tenido que reemplazarlas por obras
de importancia similar.
¿Que opina usted respecto al hecho de que su
libro inspiró a dos artistas a visitar cada edificio publicado en éste y tomar
una nueva fotografía de cada uno de los edificios, desde el mismo ángulo?
Por una parte es halagador que un trabajo que yo hice, un libro, le haya
interesado a dos artistas hasta este punto. Por otra parte, de cierta manera
puedo decir que me reconforta o me reasegura en el hecho de que yo lo planteé
precisamente así, como un libro para poder visitar arquitectura, como lo que
es, una guía y me doy cuenta entonces que por lo menos en este caso, sí cumplió
con su cometido, sí tuvo una utilidad. Porque a diferencia de otras
publicaciones que he hecho, que pueden ser monografías sobre un solo artista, o
bien artículos sobre un tema en particular, de una casa habitación o cuestiones
de ese tipo, en este la idea es tener textos breves, fotografías, y si el
interesado quiere saber más sobre una obra, que pudiese servir también como un
libro de texto. Cuando esa obra arquitectónica en particular había sido
publicada en un libro o en una revista de mi conocimiento, lo indicaba abajo,
casi cada ficha lleva una referencia bibliográfica, salvo algunas que no están
publicadas en ningún lugar en especial. Pero eso era adicional, en caso de que
alguien quisiera saber algo más sobre ella. Cuando alguien quiere estudiar la
arquitectura, pero no vive en la ciudad de México, no la puede visitar más que
en alguna ocasión esporádica, la guía tiene esa segunda utilidad. Entonces para
mí además del halago, este proyecto me señala que no estaba tan mal encaminada
al hacer esta guía.
jueves, 11 de septiembre de 2014
ESPACIO PLANO
Periódicamente sale a flote en mi memoria, la definición más corta de arquitectura que conozco, la cual deriva de un pensamiento complejo expresado por el filósofo Georg Hegel en sus "Lecciones sobre la estética", en el cual reflexiona respecto a su relación con la escultura. "La arquitectura es el arte de externalidad", nos dice Hegel, en este pensamiento está implícito el concepto filosófico de espacio como todo aquello que es externo a nuestro cuerpo y constituye el medio donde acontece lo que entendemos como realidad.
Existen numerosas "Especies de espacios", recordando el fantástico libro que lleva el mismo título, escrito por Georges Perec en 1974. No es casualidad que el primer tipo de espacio que el escritor francés describe sea la página. Para él podría ser obvio, ya que su punto de partida fue siempre el vacío del papel en blanco. Sin embargo, para el resto de nosotros el espacio es concebido casi siempre de manera tridimensional y por lo tanto, la página, o mejor dicho, un espacio plano, resulta un concepto mucho más abstracto que cualquier otro, como una habitación.
Desde que la arquitectura se comenzó a manifestar en la intersección de todas sus representaciones, incluida su experiencia corporal, nos hemos acostumbrado a aceptar la información fotográfica y escrita, como una experiencia visual e intelectual casi tan concreta como la sensación real del espacio arquitectónico. Así la arquitectura se ha ido gradualmente desmaterializando y gran parte de ella existe para nosotros solamente a través de su publicación en libros, periódicos y revistas.
A la presente reflexión habría que añadir el creciente fenómeno de la digitalización de la información. Cada vez utilizamos menos los libros impresos sobre papel, ese espacio visual está migrando aceleradamente a las pantallas de nuestras computadoras, teléfonos móviles y tabletas digitales. Sin lugar a dudas, la nueva tecnología informática esta sustituyendo al libro análogico, considerablemente más rápido que cuando el libro impreso desplazó al manuscrito, después de que Johannes Gutenberg inventó en 1439, la imprenta de tipos móviles.
El libro impreso, literario o fotográfico, evidentemente no desparecerá ni será totalmente sustituido por su versión digital, simplemente se convertirá en un producto más accesible por su facilidad de reproducción y transmisión. Particularmente los libros de arquitectura, en los cuales predominan las imágenes fotográficas, seguirán existiendo como objetos lujosos, aunque la información que contienen ya se haya difundido por medios informáticos. Al igual que en el Siglo XV la imprenta revolucionó la difusión del conocimiento, ahora nos encontramos dentro de la Revolución digital.
Lorenzo Rocha
Existen numerosas "Especies de espacios", recordando el fantástico libro que lleva el mismo título, escrito por Georges Perec en 1974. No es casualidad que el primer tipo de espacio que el escritor francés describe sea la página. Para él podría ser obvio, ya que su punto de partida fue siempre el vacío del papel en blanco. Sin embargo, para el resto de nosotros el espacio es concebido casi siempre de manera tridimensional y por lo tanto, la página, o mejor dicho, un espacio plano, resulta un concepto mucho más abstracto que cualquier otro, como una habitación.
Desde que la arquitectura se comenzó a manifestar en la intersección de todas sus representaciones, incluida su experiencia corporal, nos hemos acostumbrado a aceptar la información fotográfica y escrita, como una experiencia visual e intelectual casi tan concreta como la sensación real del espacio arquitectónico. Así la arquitectura se ha ido gradualmente desmaterializando y gran parte de ella existe para nosotros solamente a través de su publicación en libros, periódicos y revistas.
A la presente reflexión habría que añadir el creciente fenómeno de la digitalización de la información. Cada vez utilizamos menos los libros impresos sobre papel, ese espacio visual está migrando aceleradamente a las pantallas de nuestras computadoras, teléfonos móviles y tabletas digitales. Sin lugar a dudas, la nueva tecnología informática esta sustituyendo al libro análogico, considerablemente más rápido que cuando el libro impreso desplazó al manuscrito, después de que Johannes Gutenberg inventó en 1439, la imprenta de tipos móviles.
El libro impreso, literario o fotográfico, evidentemente no desparecerá ni será totalmente sustituido por su versión digital, simplemente se convertirá en un producto más accesible por su facilidad de reproducción y transmisión. Particularmente los libros de arquitectura, en los cuales predominan las imágenes fotográficas, seguirán existiendo como objetos lujosos, aunque la información que contienen ya se haya difundido por medios informáticos. Al igual que en el Siglo XV la imprenta revolucionó la difusión del conocimiento, ahora nos encontramos dentro de la Revolución digital.
Lorenzo Rocha
jueves, 4 de septiembre de 2014
MÁQUINA DE LA FELICIDAD
¿Hay alguna similitud entre la ciudad moderna y el supermercado? A simple vista parece no haberla, pero si miramos con mucha atención, las calles podrían parecerse a los pasillos de los grandes almacenes, los frigoríficos podrían pasar por edificios de apartamentos y las cajas se asemejarían a los peajes de las salidas a las carreteras. Además la ciudad contemporánea opera en estrecha relación con el consumo, el trabajo, el transporte y las transacciones financieras. Por lo tanto, la relación entre los conceptos de la ciudad y del supermercado es tanto física como simbólica.
Esta es la visión del artista londinense Mark LascellesThornton, quien invirtió tres años de su vida en un dibujo monumental, llamado "The Happiness Machine". La obra se compone 8 paneles dibujados con un notable nivel de detalle, que ensamblados cubren un área vertical de 4 metros cuadrados.
El dibujo de Thornton es sin duda muy interesante por su valor estético, sin embargo resulta aún más relevante desde el punto de vista ético para la arquitectura y el urbanismo de nuestros días. El artista se pregunta sobre el sentido de las ciudades, y afirma: "Las ciudades se fundamentan en la relación entre las personas, sin relaciones humanas no hay ciudad. Nuestra civilización necesita ciudades, pero ahora estamos poniendo en riesgo su supervivencia con nuestro uso irresponsable de los recursos no renovables". En entrevista publicada en el portal de Internet Archidaily (Stott, Rory. "Artist Mark Lascelles Thornton On His Completed Masterwork: “The Happiness Machine”", 27 de agosto de 2014), Thornton critica los rascacielos que se construyen ahora en China e Inglaterra, opina que la sostenibilidad es una palabra ambigua, ya que si bien es posible construir edificios con bajo consumo energético y bajo impacto ambiental en sí mismos, sus miles de ocupantes no están en el mismo nivel de ahorro en sus propias prácticas, como en sus medios de transporte y en su producción de desechos, entonces en realidad no se puede decir que la ecuación entre usuarios e inmuebles arroje resultados positivos desde el punto de vista ecológico.
La analogía entre ciudad y supermercado se vuelve más comprensible, ahora que hemos traspasado el umbral hacia una civilización mayoritariamente urbana. La ciudad global, o mejor dicho, el conjunto de las metrópolis son la materialización de las relaciones económicas entre las personas. Ahora los intercambios comerciales y culturales se realizan directamente entre los ayuntamientos de las capitles mundiales, sin necesidad de la tutoría de los países a los que pertenecen. Así Shangai se relaciona con Londres. México con Los Ángeles o Tokio con Buenos Aires, sin depender exclusivamente de sus gobiernos nacionales.
Lorenzo Rocha
Esta es la visión del artista londinense Mark LascellesThornton, quien invirtió tres años de su vida en un dibujo monumental, llamado "The Happiness Machine". La obra se compone 8 paneles dibujados con un notable nivel de detalle, que ensamblados cubren un área vertical de 4 metros cuadrados.
El dibujo de Thornton es sin duda muy interesante por su valor estético, sin embargo resulta aún más relevante desde el punto de vista ético para la arquitectura y el urbanismo de nuestros días. El artista se pregunta sobre el sentido de las ciudades, y afirma: "Las ciudades se fundamentan en la relación entre las personas, sin relaciones humanas no hay ciudad. Nuestra civilización necesita ciudades, pero ahora estamos poniendo en riesgo su supervivencia con nuestro uso irresponsable de los recursos no renovables". En entrevista publicada en el portal de Internet Archidaily (Stott, Rory. "Artist Mark Lascelles Thornton On His Completed Masterwork: “The Happiness Machine”", 27 de agosto de 2014), Thornton critica los rascacielos que se construyen ahora en China e Inglaterra, opina que la sostenibilidad es una palabra ambigua, ya que si bien es posible construir edificios con bajo consumo energético y bajo impacto ambiental en sí mismos, sus miles de ocupantes no están en el mismo nivel de ahorro en sus propias prácticas, como en sus medios de transporte y en su producción de desechos, entonces en realidad no se puede decir que la ecuación entre usuarios e inmuebles arroje resultados positivos desde el punto de vista ecológico.
La analogía entre ciudad y supermercado se vuelve más comprensible, ahora que hemos traspasado el umbral hacia una civilización mayoritariamente urbana. La ciudad global, o mejor dicho, el conjunto de las metrópolis son la materialización de las relaciones económicas entre las personas. Ahora los intercambios comerciales y culturales se realizan directamente entre los ayuntamientos de las capitles mundiales, sin necesidad de la tutoría de los países a los que pertenecen. Así Shangai se relaciona con Londres. México con Los Ángeles o Tokio con Buenos Aires, sin depender exclusivamente de sus gobiernos nacionales.
Lorenzo Rocha
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Buscar este blog
Seguidores
Archivo del blog
-
►
2024
(51)
- ► septiembre (5)
-
►
2023
(61)
- ► septiembre (4)
-
►
2022
(62)
- ► septiembre (6)
-
►
2021
(56)
- ► septiembre (5)
-
►
2020
(54)
- ► septiembre (4)
-
►
2019
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2018
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2017
(54)
- ► septiembre (5)
-
►
2016
(54)
- ► septiembre (5)
-
►
2015
(55)
- ► septiembre (4)
-
▼
2014
(55)
- ▼ septiembre (5)
-
►
2013
(54)
- ► septiembre (4)
-
►
2012
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2011
(53)
- ► septiembre (5)
-
►
2010
(69)
- ► septiembre (8)