jueves, 28 de abril de 2016

PREMIOS DE ARQUITECTURA

Según la mayoría de la gente, el premio más prestigioso al que puede aspirar un arquitecto es el Pritzker. El premio fue instituido por la Fundación Hyatt en 1979, como un incentivo para la creación artistica en la arquitectura. La familia Pritzker, originaria de Chicago, creció rodeada de los edificios icónicos diseñados por Mies van der Rohe, Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright, por lo que se considera amante de la buena arquitectura.

Hasta 1987 los arquitectos laureados recibían una escultura de Henry Moore, junto con los cien mil dólares que incluye el premio, la edición de la escultura es limitada, por lo que a partir de 1988 les corresponde una medalla de bronce. Solamente un arquitecto mexicano ha recibido el premio, se trata de Luis Barragán quien lo recibió en 1980.

Jay Pritzker, el fundador de la cadena de hoteles Hyatt, realizó su primer proyecto en Atlanta en 1967, tras la adquisición de un edificio comercial inconcluso. El proyecto para el primer hotel Hyatt fue realizado por John Portman, quien ha cumplido 91 años y extrañamente nunca ha recibido el premio.  El único arquitecto que ha diseñado un hotel de la cadena y además ha recibido el premio ha sido el japonés Kenzo Tange, quien fue premiado por la fundación en 1987 y construyó el hotel Park Hyatt en Tokio en 1994.

Cualquier arquitecto puede ser nominado para el premio, dependiendo de la cantidad de nominaciones, los jueces visitan las obras de los finalistas y emiten su veredicto. La sede para la entrega del premio cambia cada año, este año el premio fue entregado al arquitecto chileno Alejandro Aravena, en las Naciones Unidas en Nueva York, el pasado 4 de abril.

Aunque para la mayoría de las personas, incluidos sus organizadores, el premio Pritzker equivale al "Nobel de la arquitectura", no es el único premio para el gremio y quizá tampoco el más importante. Existen varias bienales que premian obras arquitectónicas, como la de Venecia y casi en cada país existen premios que los colegios y asociaciones de arquitecros otorgan a sus afiliados. Un ejemplo es el premio anual de la Asociación de Arquitectos Americanos, que goza de gran prestigio.

Entre estos premios destaca sin duda la Medalla de Oro del Real Instituto de Arquitectos Británicos, que se entrega anualmente a un arquitecto, por su cuerpo de trabajo, no por una obra en específico y también a cualquier persona cuyo trabajo haya aportado un avance directo o indirecto a la arquitectura. Por esta razón, en 2015 el acreedor al premio fue el teórico en arquitectura Joseph Rykwert. Sin embargo, el ganado del año anterior fue el arquitecto suizo Peter Zumthor quien también había obtenido el premio Pritzker en el año 2009.

Lorenzo Rocha

jueves, 21 de abril de 2016

EDIFICIO—MANIFIESTO

A simple vista el edificio que alberga el Centro Angelini para la innovación de la Universidad Católica de Chile en Santiago, parece una construcción muy extraña y algunos de sus elementos parecen fuera de su lugar. Es una construcción de diez niveles, que en fachada parece tener solamente tres pisos. El edificio, construido por el arquitecto Alejandro Aravena en 2014, parece una gran escultura minimalista de concreto armado, y sus pocas ventanas hacia el exterior no muestran las verdaderas dimensiones del edificio, ya que cada una de ellas abarca tres o cuatro niveles.

Pero cuando leemos la explicación por parte de su autor de los elementos compositivos del proyecto, su percepción puede cambiar mucho. Aravena, quien este año fue el ganador del premio Pritzker y curador de la Bienal de arquitectura de Venecia, explica el proyecto del siguiente modo: "El clima de Santiago de Chile ha requerido el cuestionamiento del modo tradicional del diseño para un edificio con espacios de trabajo. Para el presente proyecto hemos sustituido el típico muro-cortina de cristal, el cual provoca un serio efecto de invernadero en el interior del edificio, por una masa térmica exterior que lo protege de la ganancia excesiva de calor. Al mismo tiempo, se buscó la mayor apertura posible en el interior para permitir la convivencia entre las personas, lo cual beneficia notablemente a la innovación y a la creación de conocimientos."

Esta muy claro que la imagen exterior del edificio no es tan elocuente como sus espacios interiores, los cuales están diseñados con vacíos que abarcan varios pisos y permiten la vista de cada piso desde los balcones, además de un atrio central con elevadores panorámicos que permiten ver desde fuera lo que la gente está haciendo en sus oficinas y laboratorios. La explicación del arquitecto concluye diciendo: "La disposición invertida de opacidad y transparencia, es la manera en que la sostenibilidad y las relaciones humanas han informado a la forma construida."

Este edificio es un claro ejemplo de arquitectura crítica, ya que no es un edificio hecho solo para verse o fotografiarse, sino para pensarse y habitarse. El propio proyecto plantea una problemática poco cuestionada en los proyectos contemporáneos, el uso del cristal en el exterior el cual obliga a la climatización artificial. Al mismo tiempo, otros edificios actuales cuentan con núcleos centrales que son a la vez estructurales, que en este caso se han trasladado a su exoesqueleto.

Un proyecto de naturaleza didáctica como este, quizá nos puede provocar una reacción sensorial adversa, pero su mayor virtud radica en las reflexiones sobre arquitectura que inician a partir de él.

Lorenzo Rocha

jueves, 14 de abril de 2016

FRENTE ACUÁTICO

Resulta muy triste constatar una y otra vez, el modo tan pobre en el que los urbanistas mexicanos hemos tratado en tiempos recientes los frentes acuáticos de nuestras ciudades. Es de todos conocido que los asentamientos humanos se encuentran en relación directa con las fuentes acuíferas, no hay ciudad sin agua. Desde la fundación de las ciudades, los acuíferos fueron los recursos más importantes para la supervivencia de la población, para su transporte y abastecimiento de bienes y servicios. Nuestra geografía es razonablemente afortunada respecto a los recursos hidráulicos. México, nuestra ciudad capital, se encuentra dentro de una cuenca lacustre, contamos con ríos importantes que cruzan nuestro territorio desde la frontera sur hasta el golfo, como el Río Grijalva, otros que corren caso a todo lo largo de nuestra frontera norte como el Río Grande y varios más como el Río Lerma, en el centro del país, el Balsas en el suroeste y el Papaloapan en el sureste. Por si fuera poco, tenemos 11 mil kilómetros de litorales frente al Océano Pacífico y al Golfo de México, al Mar Caribe y el Océano Atlántico.
Por todo esto resulta incomprensible que la mayoría de las ciudades por toda la república den la espalda al agua. Para nuestros planificadores urbanos, el mar es solamente para la vista, los ríos son basureros y drenajes y los lagos deben secarse y eliminarse.
Cada una de nuestras dos vertientes históricas trataron de distinto modo a los acuíferos, pero ciertamente con mucho mayor respeto que nosotros. Los mexicas edificaron la gran Tenochtitlán en islotes artificiales sobre los lagos de Texcoco, Chalco y Xochimilco, con sistemas de cultivo y transporte por canales que eran un prodigio tecnológico en la época y despiertan la envidia de sus pobladores actuales. Los españoles, que eran excepcionales navegantes y militares, fundaron ciudades con puertos amurallados impresionantes como Veracruz y Campeche. Hasta el principio del Siglo XX se seguía valorando la proximidad al agua como un valor urbanístico, prueba de ello son las bellas avenidas y malecones de Mazatlán y Tampico.
Los frentes acuáticos son parte del patrimonio de las ciudades, las ciudades con mejor calidad de vida en todo el mundo, cuentan con ríos limpios y playas prístinas. Despreciar nuestros frentes al agua además de un delito ecológico es una actitud autodestructiva desde el punto de vista inmobiliario.
Las ciudades que cuentan con ríos importantes deberían replantearse su explotación, el saneamiento de los ríos es una política sesgada e inconsistente sujeta a la agenda electoral del alcalde en turno, cuando alguno comienza a limpiar el río, su sucesor se encarga de ensuciarlo de nuevo. Peor aún es el tratamiento que le dimos a los ríos y lagos de la cuenca de México, los enterramos vivos y los encerramos en tubos, estas son las dos peores ofensas que se le pueden hacer a sus caudales. A veces nuestros ríos se rebelan e intentan liberarse, inundando nuestras calles, y reventando los drenajes, se escapan por los pequeños huecos de las coladeras, fluyendo en forma inversa a la que les hemos impuesto.
Siempre estaremos a tiempo de revertir el daño que hemos causado a los acuíferos, si no lo hacemos ahora, lo harán nuestros hijos, esperemos que no sea demasiado tarde para entonces, porque es innegable que el agua que ha sido desviada, siempre vuelve a encontrar su cauce natural.
Lorenzo Rocha

jueves, 7 de abril de 2016

PROMOTORES INMOBILIARIOS

Casi toda la gente aspira a tener una vivienda digna, y quienes ya la tienen, aspiran a tener una mejor. A todo el mundo le gusta que haya comercios cerca de sus casas, vivir cerca de su trabajo, que haya escuelas para sus hijos, que haya parques y sitios recreativos accesibles en sus colonias.

Prácticamente todos estos espacios, al menos en la época moderna, los han creado los promotores inmobiliarios. Las colonias que habitamos en la ciudad de México, exceptuando el Centro histórico, eran ranchos y haciendas agrícolas antes del Siglo XX. Cuando la población urbana comenzó a crecer desmesuradamente, por la migración de la gente del campo a la ciudad, los propietarios de aquellas tierras decidieron fraccionarlas y vender terrenos urbanos.

El promotor inmobiliario debe tener amplios conocimientos, pero antes que nada es un empresario. Para que su negocio funcione, necesita adquirir la tierra a bajo precio, invertir el mínimo posible en infraestructura y urbanización, y finalmente debe anunciar su producto y venderlo al público con ganancias para él y sus socios. Este mecanismo ha sido el mismo desde el comienzo del crecimiento urbano y aunque tengamos la tendencia a pensar que en el pasado las colonias se hacían mejor que ahora, la realidad es que era el gusto del público lo que guiaba al diseño urbano. Por ejemplo, durante los años veinte, cuando se desarrollaron las colonias Escandón e Hipódromo-Condesa, el mayor reclamo para la venta de lotes era la cantidad de areas verdes por habitante. Pero para los años 1950, cuando se construyó la ciudad Satélite, la necesidad primordial del público era el transporte en automóvil. Ambas zonas de la ciudad deben su forma a las estrategias comerciales de sus creadores.

Hoy en día el gremio de los empresarios de la construcción está muy denostado, esto se debe a que el espacio público se ha reducido notablemente, ya que la principal preocupación de la población actual es la seguridad. Los proyectos inmobiliarios actuales se fundamentan en la vigilancia y el aislamiento de las comunidades y a su accesibilidad en automóvil.

También existe una gran cantidad de promotores que optan por construir o remodelar casas y edificios en zonas centrales de la ciudad, aprovechando la infrastructura y servicios existentes y la movilidad mediante sistemas de transporte público. Sin embargo, los nuevos proyectos son vistos con desconfianza por los vecinos quienes cuplan a los promotores del aburguesamiento de sus barrios.

Se requiere de una visión más amplia y menos maniquea que la actual, para ser verdaderamente críticos y propositivos respecto al desarrollo de la ciudad, que es ante todo un fenómeno humano de carácter primordialmente económico.

Lorenzo Rocha

domingo, 3 de abril de 2016

EL FUTURO DE LA CIUDAD

Hace unos días me fue planteada la siguiente pregunta: ¿Cuál será el futuro de la ciudad de México? Casi siempre las preguntas más directas y sencillas son las más difíciles de responder. Pero también se pueden aprovechar para especular sobre las posibles respuestas.

Está claro que nadie puede presumir de conocer el futuro, pero de una cuestión tan general como el futuro de la ciudad pueden partir numerosas hipótesis, por ello esta pregunta es tan interesante.

He preferido no evadirla y aprovechar la ocasión para hacer algunas reflexiones. El futuro de la ciudad seguramente no estará en manos de sus gobernantes. Será muy probablemente la población civil la que determine el curso del desarrollo urbano futuro, como siempre lo ha hecho. La ciudad la hacemos los habitantes, el gobierno sigue al desarrollo privado de la ciudad, creando la infraestructura necesaria para sostener a las comunidades que se van creando y a sus expansiones a lo largo del tiempo.

Para que en el futuro la ciudad sea mejor que ahora, algunas cosas deben suceder antes, el país debe sanearse, se debe terminar la corrupción, todos debemos pagar nuestros impuestos, los recursos deben distribuirse con justicia, en resumen deben crearse las condiciones necesarias para que exista la igualdad.

Nuestra nación existe como una república apenas hace 200 años, según el humanista Thomas Hobbes se requieren al menos 500 años para que en un Estado se consolide el imperio de la ley. Aun es un enigma si el Estado mexicano llegará algún día a la madurez. La ciudad capital de nuestro país está subordinada al orden nacional.

El único consuelo que podemos tener ante un panorama tan complejo y lejano en el tiempo, es la certeza de que todo el desarrollo urbano es reversible. Podemos observar los ciclos que han dado auge y decadencia a las construcciones del centro de la ciudad. Desde su fundación, el auge del Imperio Mexica, la conquista española y la fundación de la capital de la Nueva España, la independencia de México y la creación de una república democrática, la descomunal expansión ocurrida durante el modernismo, las catástrofes, inundaciones, terremotos, etcétera.

Año tras año, vemos el deterioro de la ciudad, la creciente contaminación, el crecimiento descontrolado de los cinturones de miseria, pero también podemos observar cómo renacen algunas calles, como mejoran los transportes, como crecen y florecen algunos barrios. En la ciudad no existe una sola realidad, solo se la puede entrender como una sobreposición de todo lo bueno y lo malo que ocurre en ella.

Lorenzo Rocha

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