La situación jurídica de
una parte considerable del patrimonio cultural inmueble en la ciudad de México,
presenta un considerable riesgo debido a las invasiones ilegales de las casas o
edificios, que han sucedido desde hace casi un siglo.
Durante el Siglo XIX
proliferó la construcción de casas y edificios de apartamentos en colonias
centrales como Guerrero, San Rafael, Santa María la Ribera, Roma y otras más,
incluido el Centro histórico de la ciudad. Pero a partir de 1910 muchos
inmuebles fueron abandonados, debido a la inestabildad política en el país,
resultado de la Revolución y a la incertidumbre de los años subsecuentes a la
lucha. Con el tiempo, dichos inmuebles vacíos fueron ocupados por personas en
busca de vivienda y gracias a la prescripción de la propiedad, los nuevos
poseedores pasaron a ser los propietarios de muchos de ellos.
Los problemas de dichas
invasiones, es que en muchos casos son ilegales, ya que según la ley, para que
la prescripción de la propiedad sea válida, ésta debe derivar de la posesión
contínua, pacífica y pública durante diez años. En la mayoría de los casos,
estas condiciones no se cumplen, ya que los poseedores de los inmuebles
patrimoniales, ingresan a éstos de modo violento y bajo la protección de alguna
organización que lucra con ello y utiliza documentos falsos para comprobar su
estado jurídico. La protección a invasores se ha convertido en un activo
político desde hace 30 años (desde el terremoto de 1985), ya que organizaciones
populares como la Asmablea de Barrios, surgidas de modo legítimo, se han ido
pervirtiendo.
Además de la
incertidumbre legal que generan las invasiones, otro mecanismo pernicioso
afecta a los inmuebles patrimoniales, se trata de la falta de mantenimiento y
el deterioro manifiesto de las construcciones. Es lógico que quien accede a un
inmueble de modo ilegal, carece de los recursos para darle el cuidado
necesario. Además si comienza un proceso de desalojo, éste puede prolongarse
hasta 20 años, lo cual con seguridad arruina la propiedad que no recibe el
mantenimiento adecuado. Una construcción en ruinas es un peligro para los vecinos
y viandantes, es responsabilidad del propietario mantenerla en buen estado para
que no dañe a terceros.
Por estas razones, vemos
en casi todas las colonias centrales de la ciudad, casas y edificios históricos
en ruinas. Son pocos los casos en los que se mantiene correctamente el
patrimonio. Desgraciadamente, el sistema legal hace muy difícil la solución de
las disputas sobre la propiedad de un inmueble histórico, los invasores dolosos
cuentan con gran cantidad de opciones para evitar su desalojo, desde aquellas
que les otorga la ley, como los trucos y metodos de presión que utilizan para
aletargar los procesos legales.Lorenzo Rocha
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