jueves, 25 de enero de 2018

PLAN DE RECONSTRUCCIÓN


Resulta muy interesante observar las acciones que ha tomado el gobierno de la ciudad de México a partir de los sismos ocurridos en el pasado mes de septiembre. El 26 de septiembre, a una semana del segundo sismo, el jefe del gobierno de la ciudad decretó la creación de una comisión para la reconstrucción, recuperación y transformación de la ciudad y envió un proyecto de ley con los mismos objetivos a la Asamblea de representantes. Las emergencias estaban siendo atendidas y de cualquier modo ya habían iniciado las labores de remoción de escombros y demolición de edificios colapsados además de la clasificación y dictaminación de edificios en riesgo. La ciudadanía también se movilizó por sus propios medios, pero todos los habitantes de la ciudad hemos estado pendientes de las acciones que decida tomar el gobierno para enfrentar los múltiples problemas de la ciudad, los cuales fueron puestos en evidencia por los desastres naturales.
Nueve semanas después, el 1 de diciembre se aprobó y publicó la Ley de reconstrucción y comenzó el proceso de elaboración de un plan de gobierno para cumplir con la tarea. Dicho plan fue publicado el pasado 12 de enero, en él se resumen las acciones emprendidas por el gobierno hasta ahora y las opiniones de los subcomisionados sobre las posibles vías de solución a los problemas más graves que aquejan a nuestra metrópolis. Todos conocemos dichos problemas, por lo cual el plan solamente nos ha recordado las grandes carencias que sufrimos a nivel del respeto a nuestros derechos como ciudadanos. El documento expone ideas para estar mejor preparados ante futuras emergencias, reforzar la seguridad de las construcciones, resolver el problema hidrológico, mejorar los servicios viales, evitar los desplazamientos para fomentar la vida de los barrios, buscar la igualdad en las condiciones sociales, económicas, de género y de los grupos más vulnerables, en resumen transformar positivamente la ciudad.
Es evidente que los objetivos del plan nos interesan a todos los ciudadanos, sin embargo quienes lo redactaron han soslayado que a nuestra ciudad no le hacen falta más leyes ni más planes, sino acciones. El documento omite mencionar y proponer solución a los altos niveles de corrupción urbanística que sufrimos en la ciudad, los cuales dejan prácticamente sin efecto las buenas intenciones de la comisión. El desvío de fondos y la exigencia de sobornos para los trámites administrativos, son problemas cuya solución es tan urgente para sanear a la ciudad como lo puede ser la reforma a los reglamentos. Nuestro gobierno parece olvidar que la crisis por la que atraviesa ciudad no es legislativa, sino administrativa, el combate a la corrupción y la gobernanza no se encuentran en el vocabulario de nuestros líderes.

Lorenzo Rocha

jueves, 18 de enero de 2018

HABITANTES


En casi todos los conjuntos habitacionales construidos por el Estado mexicano durante las décadas de 1950 y 1960 además de las viviendas, se incluyeron servicios para sus habitantes. Estos servicios abarcaron comercios, teatros, clínicas, instalaciones deportivas y centros sociales, la motivación principal para su construcción fue que las unidades habitacionales se encontraban a las afueras de la ciudad y lejanas a los centros urbanos que ya contaban con dichos servicios.
El Instituto Mexicano del Seguro Social, fue uno de los pioneros de la vivenda colectiva en México. El primer conjunto habitacional construido por el IMSS en 1957 fue en verdad afortunado, ya que para el proyecto fueron convocados dos grandes arquitectos: Mario Pani y Luis Ramos Cunningham. El proyecto, ubicado sobre el camino Real a Toluca, en la delegación Alvaro Obregón al sur de la ciudad de México, exploró una combinación muy elaborada entre casas bajas y bloques de apartamentos de diversas dimensiones que varían entre cuatro y seis niveles de altura, los cuales se localizan en los circuitos exteriores y centrales, sobre las vialidades vehiculares. El elemento distintivo del conjunto es su centro social, el cual contiene auditorio, gimnasio, escuela, guardería y algunos comercios como la panadería, dado que el conjunto no se encontraba ligado al tejido urbano. El proyecto también se distingue por su generosidad en cuanto a espacios exteriores exclusivamente peatonales, entre los que se encuentran sus jardines y corredores además de una gran plaza con un pabellón acústico para representaciones teatrales y musicales al aire libre, diseñado por el arquitecto Félix Candela. Sin duda los habitantes del conjunto se encontraron en las condiciones idóneas para el fortalecimiento de sus lazos sociales y su vida en comunidad.
Los primeros centros sociales del IMSS se llamaron “Casa de la asegurada”, ya que iban dirigidos a las madres de familia, quienes aprendían oficios y las utilizaban como complemento vespertino de la educación escolar de sus hijos. El antropólogo Pablo Landa ha realizado interesantes investigaciones de campo durante las cuales ha entrevistado a muchos de los habitantes actuales de la Unidad Santa Fe, que recuerdan la época en la que se mudaron a sus viviendas. Algunos de los habitantes entrevistados por él afirman que si bien sus experiencias en los nuevos conjuntos mejoraron notablemente sus calidad de vida, también enfrentaron problemas sociales y disputas por los espacios comunes. Sin embargo, para muchas personas mudarse a una unidad habitacional implicó dejar atrás la marginalidad y la pobreza.

Lorenzo Rocha

jueves, 11 de enero de 2018

VIVIENDA


Cuando discutimos sobre la vivienda, escuchamos hablar más frecuentemente de números que de personas. El problema de la falta de vivienda es un problema moderno, no porque antes no escasearan las casas, sino porque fue abordado científicamente por primera vez a principios del siglo XX. Particularmente fue el tema central del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, realizado en Francfort en 1929. En aquellos años Europa se encontraba buscando desesperadamente su reconstrucción después de la Primera Guerra Mundial, la cual dejó sin hogar a cientos de miles de personas. Dicho congreso estuvo enfocado en la vivienda mínima, un concepto creado por el arquitecto expresionista alemán Ernst May, quien convocó a discutir y proponer modos de industrializar la construcción de viviendas. En busca de la eficiencia, se redujeron las áreas y volúmenes de las casas hasta su mínima expresión.
Ahora estamos en una época en la cual estos valores están siendo replanteados, por una parte, la falta de vivienda digna ha crecido notablemente y por consecuencia también los asentamientos irregulares en las periferias de las ciudades. Es sin duda un fenómeno inquietante, sin embargo la vivienda informal es vista por muchos autores como el arquitecto inglés John Turner, no como un problema, sino como la solución a la escasez de la vivienda oficial. Según el arquitecto, es mejor que los habitantes se ocupen de la construcción de sus propias casas, en lugar de que sea el Estado quien centralice los recursos y las soluciones para ellos. En su libro “Freedom to Build”, publicado en 1972, Turner expone los beneficios de la capacidad de organización de los propios pobladores para encontrar las mejores soluciones para sus viviendas y toma postura a favor de los profesionales como facilitadores quienes aportan sus conocimientos sobre arquitectura e ingeniería, no como tecnócratas que excluyen la participación de las familias en los procesos de construcción de sus casas.
En México, los distintos esquemas de constucción de viviendas populares, que han ido desde la tutela estatal hasta el libre mercado, se han mostrado igualmente ineficientes y no han llegado al nivel cualitativo mínimo para ser considerados como modelos plenamente exitosos. Los asentamientos irregulares y las casas autoconstruidas son los modos más comunes de acceso a la vivienda en nuestro país, desgraciadamente los arquitectos no se han interesado en ellos lo suficiente y por lo tanto siguen al margen del fenómeno. Las compañías promotoras inmobiliarias, que sí trabajan con arquitectos, tratan a la casa como bienes de consumo, lo cual tampoco los acerca a una solución de calado social suficiente. Si queremos tratar el tema de la vivienda desde una perpectiva humanista, debemos comenzar a hablar más de las personas y menos de las cifras.

Lorenzo Rocha

jueves, 4 de enero de 2018

PENSAMIENTO CRÍTICO

La revista Scientific American publicó el pasado mes de octubre un interesante artículo firmado por la psicóloga Heather Butler con el título: Why do smart people do foolish things? (¿Porqué la gente inteligente hace cosas tontas?). El argumento central del texto es que la inteligencia, a pesar de ser una cualidad muy útil para obtener éxito en los estudios y el trabajo, no garantiza necesariamente el bienestar de las personas. Mucha gente con alto coeficiente de inteligencia sufre grandes descalabros emocionales y toma malas decisiones en sus vidas. La autora toma una postura más favorable hacia el pensamiento crítico que hacia la inteligencia, ya que pensar críticamente es una capacidad que se puede aprender y desarrollar, mientras que la inteligencia es innata y son muy raros los casos en que las personas se puedan entrenar para mejorar su coeficiente intelectual. Según Butler los pensadores críticos son “escépticos amigables” que tienen ideas flexibles pero siempre se apegan a los hechos, reconocen las mentiras y rechazan las falacias.
Si observamos las nuevas tendencias en la educación básica, veremos que cada vez es menos importante saber nombres y datos de memoria, tampoco resulta indispensable la capacidad de abstracción  o las habilidades matemáticas dentro de los modelos educativos de vanguardia. Son otras habilidades como la capacidad de trabajo en equipo, la empatía y el liderazgo, las que buscan desarrollar los nuevos educadores en sus alumnos, estas son justamente habilidades críticas.
La formación tradicional a nivel universitario se centra en el entrenamiento técnico y metodológico de los estudiantes, de tal modo que aprendan a aplicar conocimientos específicos de sus areas de estudio. En la arquitectura existen aspectos técnicos fundamentales que no se pueden ignorar, pero resulta de gran utilidad contribuir a desarrollar el pensamientos crítico de los alumnos. Los profesores no pueden enseñar a los alumnos a diseñar, solamente les pueden plantear ejercicios que los acerquen a los problemas y sugerirles vías de acción para resolverlos.
Detrás de todos los grandes proyectos de arquitectura, al menos durante la época moderna, existe el pensamiento crítico. Es posible comprobarlo leyendo los escritos o las entrevistas a los arquitectos destacados, la mayoría de ellos ha sido capaz de expresar sus motivaciones de modo tan elocuente como para que nos percatemos de su estructura mental, la cual es invariablemente crítica. El talento artístico de los arquitectos es una cualidad sobrevalorada, aunque contribuye en cierta medida a la consolidación de una poética personal, no sería capaz de sustituir a la inteligencia del arquitecto y ni mucho menos a su capacidad crítica.
Las soluciones más impresionantes a proyectos de arquitectura han surgido necesariamente del análisis de todos los factores que repercuten en la percepción del espacio, factores que van desde la viabilidad económica, el contexto sociocultural y la naturaleza donde se inserta la obra, hasta la fenomenología de la percepción humana y sus valores fundamentales como la identidad.

Pueden existir proyectos arquitectónicos realizados con gran inteligencia, que resultarán sin duda correctos como soluciones adecuadas a las necesidades planteadas, pero para realizar obras de arquitectura de mayor importancia, los profesionales involucrados no pueden dejar de cuestionar los fundamentos de su actividad de manera profunda.
Lorenzo Rocha

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