jueves, 1 de octubre de 2009

AQUÍ AHORA



Si Usted está leyendo esto, entonces Usted está aquí. ¿Dónde? ¿El texto también es un espacio?

El espacio que llamamos virtual también es un espacio real. Aunque no sea un lugar físico, sigue existiendo y por lo tanto forma parte de la realidad. Cuando pienso en un espacio como éste —la cuarta columna de la sección cultural del diario MILENIO— no suelo asumir que existe la posibilidad de habitarlo, como si se tratara de habitar una casa.

Cuando Usted lee esto, ¿dónde se encuentra? ¿Está Usted en una habitación o dentro de esta página del periódico?

La información que penetra a nuestra mente a través de la retina —se trate de textos o imágenes— tiene la capacidad de absorber totalmente nuestra atención y transportarnos a otros sitios. Quizá por esa razón la palabra imaginación deriva de la palabra imagen. Pero la literatura no predetermina a la imaginación, del modo como lo hacen la fotografía o la cinematografía, en la lectura somos nosotros quienes le ponemos cara a los personajes. El texto es un vehículo que nos transporta de un modo distinto que la imagen, mucho más abierto a nuestra propia capacidad de ensoñación. Las palabras tienen además una componente que se podría decir que es sonora. Las oraciones resuenan dentro de nuestra cabeza, aunque no las escuchemos con los oídos. Aunque no escuchemos las palabras que leemos, éstas sustituyen al constante y caótico balbuceo de nuestros pensamientos, hacen callar al inconsciente. Nos transportan a una situación espacio-temporal indefinida, donde no existe el futuro, sólo el presente, como si se detuviera el paso del tiempo. La página de un libro es una “Especie de espacio”, ya lo describió magistralmente Georges Perec en un genial libro que lleva precisamente ese mismo título.

Lugar, tiempo, viaje, imaginación, son ideas lo bastante interesantes como para que merezca la pena romper el silencio blanco del papel.

Lorenzo Rocha

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