La conexión entre la arquitectura moderna y la fotografía ha sido tan intensa durante las últimas 12 décadas, que sus nexos van desde lo ideológico hasta lo conceptual. Muchos arquitectos prefieren trabajar con fotógrafos que compartan con ellos ideas afines respecto a sus obras, para así ser capaces de desarrollar un trabajo en conjunto que sea satisfactorio para ambos artistas y por supuesto, atractivo para el público. En este aspecto también juegan un papel importante las casas editoriales y las revistas especializadas en arquitectura, pero también influyen medios no especializados, como los periódicos y las revistas semanales de los mismos. Esto da lugar al productivo trinomio arquitecto-fotógrafo-editor.
Ambas artes siguen unidas hasta nuestros días, pero su interdependencia varía considerablemente de un arquitecto a otro y lo mismo sucede en el caso de los fotógrafos. La mayoría de los edifcios singulares contemporáneos han sido retratados por más de un fotógrafo profesional, lo cual permite establecer comparaciones interesantes entre unas y otras miradas del mismo edificio.
Por ejemplo, la casa Van Middelem-Dupont construida en Oudenburg, Bélgica, fue diseñada en 2003 por el arquitecto portugués Álvaro Siza y ha sido fotografiada al menos por dos importantes artistas: Roland Halbe y Duccio Malagamba. La casa aparece de manera distinta en los trabajos de ambos, las fotografías realizadas por Malagamba son tomas muy escorzadas, por lo cual su geometría aparenta ser mucho más espectacular que en la serie de su colega, Roland Halbe, quien hizo más tomas frontales y acercamientos donde se aprecian mejor las texturas y los materiales de los que está construida la casa.
En las Termas de Vals en Suiza, diseñadas en 1996 por Peter Zumthor, encontramos otro interesante ejemplo del ejercicio visual realizado por dos fotógrafos distintos. Las imágenes captadas por Hans Danuser y Hélène Binet comparten el interés por todos los matices que la luz natural da al extraordinario edificio. Sin embargo, las fotografías de Danuser, en blanco y negro, muestran espacios más etéreos, mucho menos materiales y concretos que los que podemos apreciar en las tomas de Binet, que fueron realizadas en color.
De cualquier modo, el talento tanto de los arquitectos como de los fotógrafos nos auguran un continuo y mutuo enriquecimiento de ambas artes, independientemente de que sus circunstancias particulares y desarrollo sean tan distintos, seguramente seguirán aportando para nosotros, visiones novedosas y profundas de los espacios que retratan.
Lorenzo Rocha
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