El lugar de trabajo y vivienda es determinante para la
producción de muchos artistas. Pero también algunos filósfos como
Heidegger, Jung y Hegel hicieron de sus viviendas en el campo,
refugios para descansar, conversar con colegas y cultivar sus
pensamientos.
La relación de los arquitectos con los habitantes de sus espacios es diferente en cada caso y en cada obra nueva. Los artistas son especialmente interesantes como usuarios de los espacios donde producen sus obras. Algunos de ellos establecen lazos estrechos con los arquitectos a los que les encargan proyectos. El ejemplo más notable de ellos es la relación que Frida Kahlo y Diego Rivera establecieron con Juan O’Gorman, la cual dió como resultado el notable proyecto para los estudios de ambos artistas, realizado en la ciudad de México en 1932. En dicho proyecto el arquitecto tuvo la oportunidad de implementar sus ideas funcionalistas de ideología proletaria, ya que el costó por metro cuadrado de la construcción de los estudios fue igual al de la vivienda de un obrero, aunque el área total fuera mucho mayor.
Existen otros casos interesantes en la historia de la arquitectura mexicana, como el de David Alfaro Siqueiros, quien adquirió una casa y la renovó en 1951, dentro de la cual ensayó porciones de sus murales, en los que experimentaba con escorzos complicados y con su idea de poliangularidad. El pintor dejó la casa como herencia para el pueblo mexicano, renombrándola como: “Sala de Arte Público”.
Algunos artistas han decidido hacer ellos mismos sus proyectos de vivienda y estudio, como la diseñadora textil suiza Georgette Klein, quien se construyó en 1932 su propia casa junto con su marido Luigi Tentori en el pequeño poblado de Barbengo, en el Ticino. El proyecto resultó una aplicación muy afortunada de las ideas de la nueva objetividad, muy en boga por entonces en Alemania.
No cabe duda que para los artistas tienen gran importancia los espacios en los que habitan. El escultor suizo Alberto Giacometti utilizó un pequeño apartamento en París desde 1926 como su estudio por más de 40 años. El artista intervino tantas veces los muros del inmueble que cuando desalojó el espacio poco antes de morir, su
familia pidió que se desmontaran partes grandes de los aplanados de cemento para preservar sus intervenciones, que si bien no estuvieron planeadas para ser expuestas, constituyen una huella muy importante de su paso por ese espacio.
Lorenzo Rocha
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