Michel Foucault dictó una conferencia en 1978 titulada “¿Qué es la crítica?”, en la cual expuso su concepto sobre la actitud crítica, situada entre la alta empresa kantiana (del Aufklärung) y las pequeñas actividades polémico-profesionales. Para Foucault, la crítica es sinónimo de virtud y representa una condición humana de madurez, mediante el cuestionamiento del saber-poder de la autoridad.
La teoría de la arquitectura se ha ido separando de la crítica, a medida en que ha crecido dentro de ella la cantidad de autores con una tendencia hacia lo críptico, que se empeñan en utilizar premisas importadas de disciplinas como la neurología, la física y otras ciencias, cuyos conceptos son casi imposibles de relacionar con la construcción y el diseño. Con ello, en lugar de contribuir a aclarar el estado de la disciplina arquitectónica, contribuyen en cierta medida a oscurecerla.
El teórico mexicano Alberto Pérez Gómez escribió en 1985, en su célebre libro “La arquitectura en tiempos de la crisis de la ciencia moderna”: “La teoría de la arquitectura, al ser convertida en ficción, se transformó en una lista de reglas operativas, en una herramienta de carácter exclusivamente tecnológico. Según la teoría, el mayor objetivo del arquitecto es construir del modo más económico y eficiente, evitando cuestionarse el por qué de la construcción y la justificación existencial de dicha actividad”. La pregunta existencial ¿por qué?, es esencial para el análisis de la arquitectura y de la ciudad. De otro modo es muy difícil encontrar puntos de anclaje para realizar una crítica productiva que mejore las condiciones de ambas actividades.
Según Foucault, "la crítica no existe mas que en relación con otra cosa distinta de ella misma: es un instrumento". Si combinamos esta afirmación con la de Pérez Gómez, encontramos que para esclarecer los fenómenos arquitectónicos y urbanos y además adoptar una actitud crítica ante ellos, es necesario apartarse lo más posible de la ficción.
Lorenzo Rocha
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